Portada del libro El ministerio de la verdad, de Dorian Lynskey, editado por Capitán Swing

¿Quién no conoce 1984? Es un libro que ha marcado a generaciones, ha traspasado fronteras y cuya fama se extiende mucho más allá de sus propias letras. Prácticamente a cualquier persona que preguntes sabrá de qué trata, aunque sea por encima, y manejará varios de sus conceptos aunque en realidad jamás lo haya leído. Sus idea, propuesta y visión de un posible futuro (¿presente? ¿Otra dimensión? ¿Una dimensión espejo?) es tan aterradora y atractiva que no deja a nadie indiferente.

Bien puede decirse que este título es uno de los más relevantes que jamás han visto la luz, algo refrendado por su popularidad, alcance y las muy diversas adaptaciones que del mismo se han hecho (quizá la más conocida sea la protagonizada por John Hurt). Nadie puede negar el impacto que ha tenido, que décadas después sigue siendo aplaudido y referenciado, su influencia sigue viva y lo hará por mucho tiempo.

Pero detrás de las letras de George Orwell hay mucho más, hay ideas, vivencias, experiencias únicas, el reflejo de sus miedos y ansiedades, de su pesimismo y quizá un poco de su optimismo. Todo eso es lo que Dorian Lynskey investiga, profundiza y divulga en El Ministerio de la Verdad, ensayo más que recomendable publicado hace poco por la editorial Capitán Swing que debería ser una lectura obligada para todos los que somos admiradores de George Orwell y su obra.

A lo largo de sus páginas viajamos por su vida, por sus relaciones con amigos y colegas profesionales, por la visión que de él tenían otros y por supuesto de su etapa en la Guerra Civil de nuestro país que tanto le marcó. Pero también se ahonda en cómo otros escritores le influyeron, cómo admiró y despreció a H. G. Wells, cómo todo lo leído y visto sirvió sin él saberlo de base para 1984. O dicho de una forma más sencilla: el trabajo de Dorian Lynskey es un auténtico making-of de una de las obras más célebres del mundo.

Y no solo eso, ya que la realidad de 1984 se extiende mucho más allá de su tiempo de publicación (y el hecho del lanzamiento de este ensayo me remito) y el autor también explora sus adaptaciones posteriores, la influencia que ha tenido y el cómo a día de hoy sigue siendo una novela de importancia capital, totalmente actual y muy tenida en cuenta. Quizá en un futuro se recomiende leer 1984 y acto seguido sumergirse en El Ministerio de la Verdad para que la experiencia sea más completa y sin duda mucho más enriquecedora.

¿He dicho en un futuro? No, no hace falta, lo recomiendo desde ahora.

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