Desde siempre he sentido una cierta fascinación por el mundo de Oz creado por L. Frank Baum y si bien lo descubrí por la preciosa película cinematográfica, al igual que otros tantos, después mi interés y amor creció al leerme el libro original. El filme me encanta y lo sigo disfrutando pero no tiene comparación con la novela, más teniendo en cuenta que posteriormente el escritor extendió su universo a través de secuelas y obras teatrales.
Con el tiempo me fui adentrando en otros contenidos suyos como el recomendable Cuentos de hadas americanos que publicó Pulpture Ediciones hace tiempo que es igual de delicioso y adictivo que el mundo de Oz, sencillamente es que L. Frank Baum era un gran creador. Una muestra de ello es que tantos años después sus escritos e ideas permanezcan, sean adaptadas a diferentes medios o que influyan a otros autores para idear sus propias fantasías.
Y cuento todo esto ya que al conocer la existencia de El corazón de hojalata intuí que había un cierto toque de Baum, un poco de homenaje y mucho de amor. Esto es algo que me quedó del todo claro el leerlo, sin duda alguna los autores tras este tomo de Nuevo Nueve también se han conmovido y se han dejado llevar por las tierras de Oz, por las letras de Baum, por la magia de ese mago que en realidad no lo era, por sus brujas y sus heroínas.
¿Quiénes son ellos? Munuera y Beka. Dos profesionales que se funden como uno solo al punto de que es imposible saber a qué proporción corresponde a cada uno, al menos en lo que se refiere al guion ya que la parte gráfica queda totalmente en las manos del primero. Juntos conforman un mundo futuro que tiene mucho del pasado, una realidad en la que los robots son lo habitual pero también el sufrimiento y el dolor aunque también la alegría y el dolor.
No he podido evitar encontrar ciertas similitudes entre not all robots de Panini y este tomo, pero mientras el primero muestra un mundo oscuro que es (y no lo oculta) una crítica hacia nuestro día a día el segundo no pretende más que ser un cuento con moraleja y un final feliz. Aunque en ambos casos comparten la creencia y la esperanza de que las cosas pueden mejorar, de que mañana será un nuevo día.
Sumergirse en El corazón de hojalata es igual que hacerlo en una reunión de viejos amigos, es un lugar que conocemos, un sitio en el que nos sentimos como en casa pero en el que todo puede suceder. Tiene sabor añejo y cálido, algo a lo que ayuda la muy acertada paleta de colores de Sedyas que nos lleva por un lugar que parece estar siempre nublado, al menos hasta que las nubes se marchan y llega sol.
Una vez más, y ya es costumbre, Nuevo Nueve demuestra ser una editorial con muy buen gusto, clase y estilo.