Capablanca transporta al lector hasta el pasado de esa España de bandoleros, espadachines, pícaros y escritores de novelas de caballería.

De forma general las novelas, películas y cómics de corte histórico no suelen llamarme en demasía, aunque con el pasar de los años he visto y consumido, pero no son mi primera elección. En concreto el segundo volumen de Capablanca llegó a mis manos como una recomendación directa de José Luis Córdoba, su editor, que lo elogió, tanto a la obra como al autor.

Así que, fiándome de su criterio, empecé a leerlo más por compromiso que por pasión (no lo voy a negar). Pasé una página, y otra, y otra, y otra… ¡No podía dejarlo! Estaba totalmente atrapado dentro del mundo que Joan Mundent ha creado, de las vericuetas aventuras y desventuras de su protagonista, de los bandoleros y los delincuentes, y de Don Miguel de Cervantes.

Sí, y es que si toda la obra tiene tintes cervantinos, también con evidentes influencias de La vida del Buscón y La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades, en estas páginas alcanza su máxima inspiración con la aparición del propio creador del ingenioso hidalgo de La Mancha. Entra en la trama sin pretenderlo, y aunque su paso por la misma es breve, deja una indeleble mancha con sus fuertes ademanes, su conocida mala uva y bautizar al joven protagonista con el apellido que ya por siempre llevará.

Lo mismo sucede con el resto de personajes secundarios, que con su buena construcción, diálogos divertidos y vidas excéntricas casi llegan, en ocasiones, a eclipar al protagonista de toda la historia. Por suerte él tiene su propia, y amplia dosis, de problemas y jerigonzas que sufrir y padecer, siempre con un alma noble de fondo, aunque con las artimañas y medias verdades como arma para luchar contra el infausto destino.

Pero si el guion reluce y llama, resultando de los mejores que he leído este año (junto con El Pacto de Nuevo Nueve), no es menos atractivo el dibujo de corte clásico que plantea su autor. Unas ilustraciones cuidadas y pensadas al milímetro, con un trabajado nivel de detalle y de caracterización, además de una ambientación que fácilmente transporta al lector hasta el pasado de esa España de bandoleros, espadachines, pícaros y escritores de novelas de caballería.

Es muy posible que este segundo volumen de Capablanca pase desapercibido por las librerías, oculto tras el popular y extenso catálogo de Panini y ECC, pero si tenéis la oportunidad de haceros con él, va a ser una lectura que no os decepcionará.

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