C.O.W.L es parte del Massive-Verse (del que se ha hablado ya en docpastor.com) pero a su vez funciona de una forma muy independiente del mismo. Lo que es una elección arriesgada pero también muy buena, da una gran libertad a sus autores para trabajar y llevar la trama por donde ellos quieran.
La historia, sin entrar en ningún spoiler, se sitúa a principios de los años 60 (que no pasan de moda) del siglo XX y sigue los pasos de la agencia C.O.W.L, un grupo de justicieros que trabajan por el bien de Chicago como cualquier otra organización. Pero los tiempos están cambiando y puede que ahora no sean tan necesario, incluso parece que quizá dejen de existir.
Con esta premisa los guionistas Kyle Higgins y Alec Siegel crean un cómic que engancha desde la primera página, en el que todo está lleno de luces y sombras. Nada es lo que parece y aunque sean, en teoría, un grupo de superhéroes que nadie espere encontrarse aquí una aventura al uso. No lo es, de hecho está mucho más cerca del mundo del espionaje que del de las capas.
De Patrick McGoohan a Kim Novak
Esto cobra mayor sentido con la referencia gráfica usada para el personaje de Grant Marlow que es, sin que haya mucha duda al respecto, un claro sosias de Patrick McGoohan. Actor fallecido en el 2009 que en la década de los 60 fue muy popular por su personaje de John Drake en las serie Cita con la muerte (que tuvo dos etapas) y todavía más debido al Número 6 de El prisionero, producción de la que se ha bebido mucho para la creación física del citado Grant Marlow.
No es esta la única referencia y parecido razonable que el lector se encontrará en estas páginas. Hay varios, dos muy evidentes son los de Kathryn Mitchell (con el nom de guerre de Radia) y el detective John Pierce. La primera se inspira de forma clara en Kim Novak mientras que el segundo lo hace en Vincent Price, una forma de dar más realismo a lo que es una historia ficticia.
La moda de los años 60
Uno de los puntos más destacables es el vestuario de los diferentes protagonistas, tanto sus uniformes de justicieros como su ropa civil. Aquí se bebe de creadores clásicos del mundo del cómic de superhéroes pero pasados por un halo de elegancia, como debe ser cuando hablamos de los años 60. Y es que en esos años se marcaron muchas de las pautas que la moda y el estilo mantuvieron (y mantienen) por décadas.
Así no cuesta ver por aquí y por allá inspiraciones en los diseños de Mary Quant y Adrèe Courreges, además de Hubert de Givenchy y sus estilismos para su amiga Audrey Hepburn o John Bates (también conocido por Jean Varon) al que debe mucho la elegancia pop de Emma Peel en Los vengadores, responsable directo del uso del Op Art en su vestuario. Hay que reconocer que no chocaría ver a Twiggy paseando entre los agentes de C.O.W.L. del Massive-Verse.
Superhéroes para el que no busca superhéroes
Hay que elogiar el arte de Rod Reis con una puesta en escena oscura, sucia y realista. Su narrativa es fluida y se inspira de forma directa en obras y autores de los 80 y 90. Así no cuesta ver influencias de Jon J. Muth, Bill Sienkiewicz y Colin McNeil, aunque todo con su propia personalidad y una identidad clara y concreta. No emula a nadie, no copia a nadie, pero los creadores influyen a otros creadores.
Este primer volumen de C.O.WL., con el subtítulo de Principios de poder, sabe colocar muy bien las cartas sin terminar de mostrarlas del todo, presenta a los personajes, su mundo y las tramas que se han de desarrollar en el futuro. Todo con un trabajado guion y un arte estupendo que hace que esta sea una obra recomendable para los amantes de los superhéroes y del Massive-Verse que no busquen otra historia de superhéroes.
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