El universo del cómic es maravilloso, en él uno puede adentrarse en mundos increíbles y extraordinarios. Por ejemplo, hace poco volví a leerme mi colección de historias de Flash Gordon, nueve tomos de la desaparecida editorial Buru Lan, y eso me permitió ir hasta Marte, al futuro, al lejano e imposible planeta Mongo…
Y así en cada lectura que uno haga, bien pueden ser lugares lejanos llenos de fantasía o tan cercanos que casi parezcan ser nuestro propio mundo, aunque haya uno o dos detalles que difieren de este. Ese es precisamente el caso de Bot 9 de la editorial Nuevo Nueve, un precioso cómic mudo que nos adentra por un mundo que es el nuestro pero no lo es, un lugar en el que un anciano inventor es capaz de construir un robot y hacer que viaje por el mar y los caminos.
Aunque él no es el protagonista de la historia, lo es el pequeño pez que recoge del mar y que dentro de una pecera que sirve de cabeza al robot viajará por primera vez mucho más lejos de lo que jamás había soñado. Un viaje maravilloso en el que descubrirá lo precioso que es el mundo, en el que se sumergirá por sus secretos y nos hará volar (o quizá debería decir nadar) mientras le acompañamos en su recorrido.
De esta forma somos parte de un precioso periplo visual en tonos pastel y con un toque muy naíf, no por ello exento de malos momentos y situaciones problemáticas como es la propia vida. A lo largo de sus viñetas se abre ante nosotros un mundo que parece sacado de una fábrica de caramelos, en el que casi podemos oler su ambiente y sentir su tacto a través de las preciosas ilustraciones de Derek Laufman.
Bot 9 es un relato sencillo que cuenta algo complejo, una aventura que nos hace reflexionar y que al terminar deja esa maravillosa sensación que tenemos cuando visitamos a un viejo amigo. Un pequeño y gran viaje que comienza, como todos, con un primer paso.
