Al final da igual si lo creas o si lo haces con actores reales, todo son historias y esta se ha contado realmente bien.

Recuerdo que cuando fui a ver la película de animación Carlitos y Snoopy: La película de Peanuts al cine, con muchas ganas ya que llevaba décadas esperando poder hacerlo, lloré al terminar la proyección de lo bonita que me había parecido (en realidad me sucede cada vez que la veo) pero también escuché a un padre que había ido con sus hijos decir “Para ser para niños no es tan mala”. Me entristeció la cantidad de prejuicios que había en tan pocas palabras y el darme cuenta que en realidad esa persona no podía disfrutar de algo que a mí me había conmovido tanto ya que tampoco se lo iba a permitir, por desgracia todavía hay demasiada gente que considera que si eres adulto no puedes ver dibujos animados (excepto si vas con tus peques o son filmes de tu infancia).

Esto es todavía más terrible cuando lees artículos en los que se empeñan en juzgar toda cinta animada bajo ese patrón de “es para niños” (ni que eso fuera algo malo). Sangrante resulta verlo cuando se habla de Pixar y se dice que es una empresa especializada en público infantil, a pesar de que ellos han dejado claro en muchas ocasiones que su intención es hacer buenas películas y que la animación es solo el medio. Esto es algo que han demostrado en casi todos sus títulos muchos de los cuales aunque puedan ser vistos por pequeños requieren de ser adultos para ser comprendidos de verdad, como la nada sutil crítica de WALL-E o el paso de ser niño a adolescente que vemos en Inside Out (y podríamos seguir con Up, Coco…).

Con todo hoy en día hay una gran cantidad de películas que usan la animación sin que la consideremos como tal, como ejemplo podemos citar a las largas sagas construidas por Marvel y Star Wars con su gran cantidad de personajes creados por ordenador. Y mientras esto sucede sigue existiendo gente que confunde cualquier película de dibujos animados con los clásicos de Walt Disney, mezclando a lo loco en su cabeza a este empresa con Pixar (aquí el error puede ser entendible), DreamWorks, Studio Ghibli

Quizá una lectura al tomo La historia de la animación en cómic sirva para ayudar a separar un poco y entender mejor de qué estamos hablando, o al menos servirá para que sea una lectura entretenida y ciertamente adictiva. Lo digo por experiencia propia ya que una noche, en la que venía de haber estado un par de días enfermo, quería dormirme pronto y cogí el cómic con la intención de avanzar un poco y terminó siendo leído del tirón, no podía soltarlo, estaba atrapado e indefenso y a cada página caía más y más.

Pero es que hay que reconocer que el trabajo de Fred Van Lente y Ryan Dunlavey te coge por el cuello y no te suelta aunque intentes escapar, su labor de investigación es ardua y muy encomiable y más todavía su forma de presentarlo al lector con muy buen rito y con una dosis de humor que es muy de agradecer. No quiero engañar a nadie, hay que decirlo claramente: este es un cómic divulgativo. Es como coger uno de mis libros de cultura pop pero en ver de basarlo solo en letras tecleadas en un ordenador hacerlo todo a través de viñetas constantes que apoyan la ingente cantidad de información que se da en ellas.

En realidad no hay nada que sea criticable en este extenso recorrido por el mundo de la animación, al menos nada fuera de que como es esperable en una obra norteamericana esa historia que cuentan se circunscribe prácticamente solo a la suya (que es verdad que ha terminado por ser internacional). Si bien nadie duda del talento desbordante de Winsor McCay y de que sin su trabajo en realidad no existirían los dibujos animados, sí que se extraña que se hubieran dado aunque solo fueran unas pinceladas de la industria en otros países (al menos sí que aparecen en el tomo Tezuka y Miyazaki).

Dicho esto no puedo más que recomendar la lectura de La historia de la animación en cómic, un volumen que los que ya somos amantes del medio disfrutaremos mucho pero que quizá ayude a más de uno a entender realmente de qué hablamos cuando hablamos de dibujos animados. Al final da igual si lo creas, si lo diseñas o si lo haces con actores reales, todo son historias y lo que importa en una historia es cómo se cuenta y esta se ha contado realmente bien.

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