Ahora sí, ahora Harley Quinn ha llegado y al cine.

Harley Quinn es un personaje muy querido por el público, así ha sido desde que nació en los años 90 del siglo XX en la serie dibujos animados de Batman. Fue allí donde empezó a cosechar su propia legión de seguidores, y en los cómics derivados de esta producción tuvo su primera gran historia: Amor Loco. Una joya que habla sobre su tóxica relación con el Joker, y lo terrible de esta. Una obra maestra de las viñetas que todo el mundo debería leer.

Posteriormente pasó a formar parte del universo regular de DC Comics, adquiriendo así una todavía mayor popularidad. Y con el paso del tiempo logró convertirse en uno de esos nombres conocidos también por los que no consumen tebeos.

Por todo esto cuando se anunció su presencia en la película Escuadrón Suicida había tantas ganas cómo expectativas, desgraciadamente las ganas se estrellaron contra la pared y las expectativas se fueron por el desagüe por el desastre que fue este filme.

Debido a ello cuando se supo que Warner Bros. pretendía llevar a cabo una película únicamente protagonizada por ella hubo muchas, pero muchas, dudas al respecto. Más tarde, con el lanzamiento de su teaser trailer, las dudas pasaron directamente a convertirse en miedo.

¿No había sido suficiente con Escuadrón Suicida?

¿No se merecía la payasa de Gotham algo mejor?

Se lo merecía.

Y ahora lo tiene.

Si bien en Escuadrón Suicida el trailer tuvo mejores resultados que el producto final, sucede aquí justo lo contrario. Ya se puede decir, y bien alto, Harley Quinn ha llegado a la gran pantalla. Ha costado, pero ha merecido la pena.

Y la producción es lo que debería ser. Es alegre y muy colorida (lejos queda ya el recuerdo de ese DC Extended Universe desaturado), es alocada como su protagonista, tiene una gran dosis de humor, muchas escenas de acción y divertida violencia gratuita, todo ello salpicado con grandes cantidades de sonrisas de la bufona que no son más que la forma de transmitir al espectador cómo es la realidad en la que parece vivir.

Todo esto hay que agradecérselo al guion de Christina Hodson, quien también estará (parece) detrás de la película de Batgirl. La escritora se ha empapado perfectamente del personaje, de su mundo y de todo lo que la rodea, con especial atención a los cómics de la etapa de Amanda Conner y Jimmy Palmiotti (este matrimonio creó algunas de sus mejores historias); pero sabiendo meter en el metraje también referencias a su vida anterior, incluyendo alguna mención a lo sucedido en Escuadrón Suicida.

Ella y la directora Cathy Yan, han logrado entender qué es lo que la define a Harley Quinn, más allá de ser la pareja del Joker (ex pareja, no lo olvidemos) y de su estrafalaria vestimenta que tan solo es la exteriorización de su alocado interior. Han trabajado a fondo para dotarla de tridimensionalidad y no dejarla siendo una pin up que se viste de colores llamativos. En resumen, la han convertido en todo lo que no fue en su anterior aparición cinematográfica.

Sí fue una suerte en esta la elección de Margot Robbie para ser su rostro, uno de los mejores aciertos de casting de las últimas películas de DC Comics, al igual que Zachary Levi en la película Shazam. Algo que queda claro al verla en Aves de presa (y la fantabulosa emancipación de Harley Quinn) en la que se fusiona con su alter ego desde un comienzo, al nivel que Robert Downey Jr. Lo hizo con Tony Stark, llegando a tal mímesis que casi nos hace olvidarnos de Arleen Sorkin, su actriz primigenia.

Junto a ella participan en la película Rosie Perez como la agente de policía Renee Montoya (otro personaje muy querido, y cuya traslación cinematográfica no decepciona en absoluto), Mary Elizabeth Winstead como La cazadora y Jurnee Smollett-Bell para dar vida a Canario Negro (Canario Negro II, y demostrará ser digna hija de su madre). Estas tres luchadoras conforman esta nueva versión de las Aves de presa, que es diferente de la clásica de los cómics y también de la que se vio en televisión en 2002 (recuperada recientemente en el cruce de Crisis en Tierras Infinitas).

Todas ellas dan buenas actuaciones, pero quedan relegadas a un segundo plano por un Ewan McGregor en estado de gloria. Su interpretación como Roman Sionis, el villano conocido como Máscara Negra, es espectacular pasando de ser temible a excéntricamente cómico en un segundo, y eso le hace todavía más aterrador. Sus momentos en pantalla se convierten en lo mejor del filme, dejando con ganas de más en cada una de sus escenas.

Aves de presa (y la fantabulosa emancipación de Harley Quinn) es una historia sencilla, de bueno y malos (y una payasa que está a medio camino), una aventura palomitera de mafiosos que solo pretende que el público disfrute durante algo menos de dos divertidas horas. Y lo logra, que es lo más importante, sin pretensiones, con buen hacer y con mucha sinceridad.

Ahora sí, ahora Harley Quinn ha llegado y al cine. Y esta vez lo ha hecho para quedarse.

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