El guionista Roger Stern y el dibujante Philippe Briones se unen para crear una historia moderna con sabor clásico

El Capitán América es uno de esos personajes eternos por los que el tiempo y las versiones pasan, pero siempre logran salir indemnes regresando antes o después a su sabor clásico para alegría de todos sus seguidores. Pero para que así sea se requiere también que haya experimentación y evolución, ya que de esa forma el héroe puede cambiar y avanzar al igual que lo hacen las décadas.

Fue en 1941 cuando apareció por primera vez, de la mano de Joe Simon y Jack Kirby que sin saberlo habían creado a toda una leyenda que les sobreviviría a ambos. Es este abanderado primerizo uno de los que forma parte del equipo que hace aparición en El Ejército del Capitán América, en un total acierto por parte del guionista Roger Stern para así poder dar su espacio al resto de reflejos del mismo que usa junto al dibujante Philippe Briones.

Es así por un motivo muy sencillo, que el Capitán América es ese héroe al que otros siguen, es un líder nato ya sea cuando deba comandar a un grupo en un planeta que ha surgido de la nada (me refiero, obviamente, a las Secret Wars originales), o en una lucha entre universos en la que justicieros de dos realidades deben unir sus fuerzas para evitar la aniquilación total (y en este caso hablo de JLA / Vengadores).

Esta misma encrucijada es por la que debió transitar Kurt Busiek en la recomendable Siempre Vengadores, magistralmente ilustrada por Carlos Pacheco, en la que optó por contar con él pero eligió un momento del tiempo en el que su mundo estaba roto y no sería capaz de llevar las riendas. Esto fue aprovechado por el escritor para así potenciar a la Avispa al frente de su pintoresca agrupación de Los Vengadores, pudiendo explorar matices nunca ahondados del resto de equipo.

En El Ejército del Capitán América Roger Stern opta por presentar a un Steve Rogers inexperimentado, que apenas acaba de ponerse el uniforme mientras frente a él hay otros portadores del nombre que tienen una trayectoria más larga. Igual de acertado es que ninguno de ellos sea él mismo en otros momentos de su vida, así aparecen Bucky en la etapa en que fue el Capitán América, John Walker como el USAgente, y dos herederos futuros como son Sueño Americano proveniente del MC2 (el que habitaba Spider-Girl) y el Comandante A del año 2410 (y de la Tierra-11831), de esta forma se permite a cada uno de los personajes mostrar su propia personalidad y acciones sin estar a la sombra del legendario Capitán América en el que se convertirá Steve Rogers (aunque la idea de fondo siempre esté flotando por las viñetas).

De esta forma, a través de cinco encarnaciones diferentes se logra crear una historia que tiene auténtico sabor clásico lo que se acentúa más con el motivo de su reunión y del nombre que orquesta la misma. El motivo es que, por razones y un ente desconocido, el Steve Rogers congelado de una gran variedad de universos está desapareciendo, lo que provoca un efecto en cadena de terribles consecuencias (en una gran muestra del efecto mariposa); y el nombre que orquesta la reunión es ni más ni menos que Tath Ki, también conocido como El Contemplador.

Este primigenio del Universo tuvo su primera aparición en 1976 en Capitán América. Las batallas del bicentenario, creado por Jack Kirby (¿nadie se lo suponía?) y en aquel entonces mentado como Mister Buda quien precisamente hacía viajar por el tiempo al protagonista haciéndole verse frente a frente con los hombres que había portado el escudo y el traje tras su desaparición en la Segunda Guerra Mundial. Nuevo acierto de Roger Stern el haber contado con él para, en cierta forma, homenajear ese lejano título de mediados de los años setenta y dar así al lector un viaje por la historia de Marvel Comics (en la que siempre conviene bucear).

Pero si el tratamiento de Roger Stern crea a un cómic entretenido y adictivo, lleno de esos viajes a otras realidades y distopías que a todos nos gustan, es igual de destacable la labor de Philippe Briones que logra dar a cada una de las encarnaciones su propia identidad visual de forma claramente definida, haciendo que todos ellos compartan un cierto aura similar en lo general pero con evidentes diferenciaciones en lo específico.

Esta capacidad de trabajo de personajes destacará más con la aparición de otros conocidos héroes, que si bien no serán los mismos de siempre se mostrarán totalmente reconocibles gracias a sus lápices y al color de Matt Milla. Hay que citar también lo cuidado de su escenografía y de los fondos, algo que no todos los autores manejan con la misma soltura y capacidad de detalle, o sencillamente de dar a este apartado la importancia que realmente merece.

El Ejército del Capitán América es una historia moderna con todo el sabor de un clásico, que viaja entre las realidades para mostrar diferentes versiones del héroe empapando así cada viñeta y cada página de la auténtica esencia del Centinela de la Libertad.

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