Cartel de la película The Quiet Girl, de Colm Bairead
The Quiet Girl es una de esas sorpresas que cada cierto tiempo nos da el cine, el relato precioso y triste de una niña que apenas habla.

El comienzo de The Quiet Girl es lento y opresivo, algo que choca de forma frontal con los preciosos parajes de la Irlanda rural, sus granjas y su verde que parece eterno. Pero si bien todo lo que hay alrededor es bello no tanto lo íntimo y cercano, ahí la vida le ha fallado a Cáit al hacerla nacer en una familia que en realidad no es la suya (y cuyos miembros tampoco parecen tener interés en serlo).

Es tímida y callada, escucha y ve pero habla poco, tan solo usa las palabras necesarias. ¿Para qué usar más si los que están a tu alrededor no la entienden? ¿Para qué usar más si el resto del mundo parece no tener sentido? Y mientras la trama avanza la bella fotografía del filme nos muestra más momentos y detalles, nos hace perdernos en una serie de imágenes que bien podrían ser postales para enmarcar.

Un nuevo hermano está en camino y la niña debe ir a pasar el verano a casa de los primos de su madre, una pareja madura que ha tenido su propia dosis de tragedia personal pero que acogen a Cáit llenos de amor y ternura. Con ellos descubre que otra vida es posible, que el cariño y el amor pueden estar presentes en el día a día y no solo la obligación y el silencio. Es aquí cuando poco a poco la película se libera, el ambiente opresivo empieza a desaparecer y hay más luces que sombras en el día a día de ella y la que por meses será su familia.

Estamos ante una película de personajes, no importa tanto el dónde como el quién. Son ellos con sus circunstancias los que nos hacen sentir y padecer, por supuesto lloraremos ante un final que si bien es esperado no por ello es menos doloroso. Las interpretaciones son suaves y medidas, logran transmitir humanidad real y lo sencillo, y a la vez complejo, de lo cotidiano. Es fácil perderse entre todos ellos, sentirse uno más y entender qué sienten y qué viven.

The Quiet Girl es una de esas sorpresas que cada cierto tiempo nos da el cine, el relato precioso y triste de una niña que apenas habla pero ve y siente. Quizá quede oculta a ojos de gran parte del público debido al estreno de Ant-Man y la Avispa: Quantumanía y Momias pero si tienes la suerte de ver que se proyecta en tu cine no lo dudes y vete a verla, no te arrepentirás.

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