Portada de Los Pitufos integral 7, Créditos; Norma Editorial

Portada de Los Pitufos integral 7, Créditos; Norma Editorial

Cada integral de Los Pitufos sorprende y encandila más que el anterior y en este séptimo pasamos del amor a la sátira en un segundo.

Llevo leyendo Los Pitufos desde… bueno, desde siempre. Cualquiera que me siga en Tik Tok o haya charlado conmigo en alguna sesión de firmas lo sabe, me gustan y mucho y lo más fascinante es que sus historias me siguen sorprendiendo. Da igual si son las clásicas, las modernas o las más recientes.

Esto es debido a que más allá de los acertado de su diseño y lo divertido de la anécdota de su nombre, que es homenajeado cada cierto tiempo en las viñetas, no hay nada que no pueda suceder en sus páginas. Puede que la Pitufina (o Pitufita en las traducciones antiguas) se convierta en la líder de la aldea, aunque sea de forma breve, que haya dobles malvados o que Gargamel encuentre el amor. O lo intente.

Viñetas de Los Pitufos integral 7. Créditos; Norma Editorial
Viñetas de Los Pitufos integral 7. Créditos; Norma Editorial

Amor brujo

Personalmente de este tomo integral, que contiene como siempre cinco historias (las aquí mentadas más Los Pitufos del orden y Los Pitufos y el medio genio), la de Los Pitufos y el amor brujo es la que encuentro más divertida. La idea de hacer una comedia romántica con estos duendes y el pobre Gargamel funciona a las mil maravillas, bebiendo de los tópicos del género (y del brujo) para exagerarlos y reírse de ellos.

No es esta la primera vez que, a su pesar, ellos y él deben unir sus fuerzas aunque puede que sí sea la más desternillante. Es además, y no es baladí, una forma de enseñar que todos podemos mejorar, dejar atrás vicios y malas costumbres para buscar la mejor versión de nosotros mismos. Aunque en el caso de Gargamel esto sea algo totalmente temporal.

Y en héroes

Esta misma idea, más expandida y en profundidad, se toca en Los Pitufos y el Pitufo Héroe (personaje del que ojalá más pronto que tarde schleich lance figura). Aquí en una limpieza en la buhardilla de Papá Pitufo (traducción que ha relegado al olvido la más fiel de Gran Pitufo) aparece un viejo cuento que habla de un héroe ya olvidado, se bañó en aguas mágicas, consiguió poderes y se convirtió en leyenda (siguiendo al dedillo lo narrado en El héroe de las mil caras).

Esta hazaña, real o no, marca a tres Pitufos para ir hasta ese sitio oculto y poder ser así héroes. Y sin darse cuenta por el simple hecho de intentarlo han empezado un camino que les hace crecer, evolucionar y encontrar dentro de sí todo aquello que pensaban que no tenían. Esta en concreto debería ser una lectura obligada para todos, adultos y niños.

La aldea de Los Pitufos. Créditos; Norma Editorial
La aldea de Los Pitufos. Créditos; Norma Editorial

Homenaje a los clásicos en Los Pitufos

Los creadores siempre disfrutan de las creaciones de otros y es algo maravilloso que sea así. Por ello en ocasiones hay aventuras como Los Pitufos en Pilulit, nombre que sin vergüenza alguna es un remedo de Liliput. Así es, los personajes ideados por Peyo se embarcan en un viaje, ficticio en esta ocasión (en una obra escrita por el Pitufo Poeta), hasta encontrarse con unas criaturas más pequeñas que ellos mismos y vivir una aventura tan disparatada como increíble.

El homenaje es más que claro, y de hecho de tal forma se expone en los momentos finales. Todo es un guiño a lo narrado por Jonathan Swift en Los viajes de Gulliver, al menos en una de sus más conocidas paradas de su extraño periplo. Un divertido ejercicio narrativo que, como no puede ser de otra forma, también tiene su parte de sátira y crítica.

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