Los Eternos, Jack Kirby en estado puro.

Es habitual que cuando se hace una película, el resto de la industria aproveche que el Pisuerga pasa por Valladolid y se lancen al mercado una gran cantidad de productos asociados. Más todavía cuando hablamos de entidades como Warner o Disney, que tienen en su haber las propiedades intelectuales más franquiciadas de la actualidad. Así que la llegada al cine de los Eternos tiene la lógica recuperación de sus primeras historias en los cómics, bajo el ala de Panini, en tapa dura y con la imaginación de Jack Kirby detrás. El Rey del cómic lo era, y es, por muchos motivos, pero por encima de todos está su mente sin igual que creaba conceptos e ideas magistrales como otros dan un paseo por la playa.

Esto es algo que Alan Moore homenajeó en su etapa en Supreme, al retratar al bueno de Jack como una entidad que ha dejado atrás las limitaciones humanas y se ha transformado en un ser de pura creación. No estaba errado, y todos los que somos sus admiradores le daremos la razón, ya que incluso en sus peores momentos seguía siendo una auténtica máquina de ideas.

En Los Eternos el dibujante se mete de lleno en un concepto que le resulta ya familiar, el de una civilización perdida y apartada de los hombres. Algo que ya había hecho con Lady Medusa y su familia (y súbditos), y que también está más presente que nunca en El Cuarto Mundo, recopilado en España por la editorial ECC.

De esta forma el Rey se deja ir y no pone límites a lo que puede contar, siempre refrendado por su impactante dibujo. Sus poses son exageradas, sus acciones llenan la viñeta, y todo es más grande que la vida misma. Por eso pocos autores después de él han conseguido retratar con la fuerza que merecen al Doctor Muerte o a Kang, quizá John Byrne y Carlos Pacheco.

Este camino por el reino de la imaginación llega a su punto álgido con la aparición de los Celestiales, que entran por primera vez en el mundo Marvel en esta colección. Unos seres de tamaño inconmensurable, auténticos dioses que están por encima de todos, incluso de Odín, para los que los humanos y todos los habitantes de la Tierra no son más que hormigas, un simple experimento y poco más que una distracción.

Los Eternos es, en pocas palabras, Jack Kirby en estado puro. Con todo lo bueno y lo malo que eso tiene.

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