Dos historias del Supervisor, un villano que siempre merece más atención.

Hay villanos que, por uno u otro motivo, han sido relegados a un segundo plano. En ocasiones es debido a que no hay forma de sacar jugo de ellos, todo lector conoce más de uno y dos, y en otros tantos es que no ha habido un autor que sepa ver qué hacer con él aunque tenga posibilidades más que de sobra. Esto mismo puede decirse del Supervisor. Un enemigo bien conocido del Capitán América y de todo Vengador que se precie, capaz de apropiarse de las habilidades de combate de cualquier justiciero con tan solo verlo en acción. Puede igualar a Ojo de Halcón como arquero, a Shang-Chi como artista marcial e incluso batirse cara a cara con Steve Rogers y salir del paso.

No solo eso, como mercenario tiene un gran entrenamiento que tan solo va a más gracias a sus asombrosas capacidades. Motivo por lo que tuvo su propia academia, y no duda en vender sus servicios al mejor postor. No es alguien malvado, tan solo sucede que no es bueno, sirve al que pague sus tarifas (y no tiene escrúpulo alguno al aceptar encargos de moralidad cuestionable).

¿Y si fuera Nick Furia Jr. el que le contratara para un trabajo? Es más, un encargo en el que se juega su propia libertad y, muy posiblemente, su vida. Esa es precisamente la pregunta a la que se responde en el tomo Supervisor: El Disparador Rubicón, en el que él es el absoluto protagonista convirtiéndose en la gran estrella del espectáculo.

Si bien Jed MacKay logra crear un entretenido relato de espías, con bastante humor negro, no se queda corto Matthew Rosenberg en Rey de negro: Thunderbolts. Sí, de nuevo los Thunderbolts en la enésima revisión del grupo, que como única constante mantiene el estar conformado por delincuente, casi como una versión de Marvel del Escuadrón Suicida de DC Comics.

Aquí es Kingpin el hombre tras la nueva formación, que tiene como líder al Supervisor, como si fuera el Capitán América de los malvados (lo que, en cierta forma, no está tan lejos de la verdad). De su mano queda el ser capaz de llevar por el buen camino, o al menos cumplir la misión, a la agrupación conformada por Rino, Estrella, Mister Miedo y Batroc.

Personalidades bien distintas que chocan a lo largo de todo el viaje que deben emprender, con bastante dosis de comedia como ya es frecuente en cómics de este tipo, y más tras el éxito que ese mismo enfoque ha tenido en las películas de Marvel Studios. Eso sí, si caer en los excesos que las versiones cinematográficas han tenido en ocasiones, midiendo con cuidado qué tanto por ciento destinar a la acción, a cada personaje y la trama del evento principal (Rey de negro) que atravesaba el Universo Marvel.

El Supervisor es un personaje que, por desgracia, siempre ha estado prácticamente relegado a un segundo plano, poco más que un bufón que aparecía de cuando en cuando para dejar claro que seguía existiendo, aunque ha tenido sus importantes pinitos. Merecía, y necesitaba, una puesta a punto que le redimiera de su pasado como segundón; y ahora que lo ha conseguido solo queda por ver qué futuro le espera.

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