Portada de La pequeña cerillera. Créditos: Edelvives
En una gran mayoría de ocasiones cuando se habla de la historia de La pequeña cerillera, también conocida como La vendedora de fósforos (entre otros variados títulos), no se la considera un relato de Navidad y es un error. Un error que, por otro lado, es entendible debido a lo exitoso de otros relatos como Cuento de Navidad que están totalmente intrincados con las fechas y las festividades, o Love Actually si buscamos uno que sea más moderno (que para muchos es una tradición el ver la película cada año).
La historia de esta jovencita que busca calentarse con sus cerillas es muy conocida, no siempre en su formato original, con una reflexión evidente sobre el preocuparnos de otros y no solo de nosotros mismos. Pero las letras clásicas, en su breve extensión, son más complejas de lo que puede parecer.
La pequeña cerillera de Hans Christian Andersen
La pequeña cerillera fue un cuento escrito en 1845 por Hans Christian Andersen, autor más que conocido de grandes títulos como La sirenita, que en sus letras jamás fue pelirroja, La reina de las nieves, inspiración más que directa para Frozen, o El patito feo.
En este caso su protagonista es una niña, sin nombre que se sepa (aunque en ocasiones el cuento se ha llegado a titular La Nochebuena de Anita), que en la Nochebuena busca vender sus fósforos para conseguir algo de dinero pero no lo logra. Decide no volver a casa dado que allí tampoco iba a encontrar calor, ni para calentarse el cuerpo o el corazón, quedándose a la intemperie solo con las cerillas como único refugio.
Mientras enciende una tras otra no solo se calienta, además tiene visiones únicas y maravillosas. Entre estas su añorada abuela que es la única persona que la ha querido y todavía la quiere, tanto que va a buscarla para que no esté sola en su última noche. Y mientras una estrella cae el alma de la pequeña se marcha y desde entonces, como dice el relato, “Ya no tuvieron frío, ni hambre, ni miedo”.
Imposible, al menos en mi caso, no llorar al leerlo. Puede que no tanto como lo hago cada año al volver a Cuento de Navidad y ver ese posible futuro atisbado por el Espíritu de las Navidad presente en el que el pequeño Tim ya no está, pero sin duda te puedo asegurar que lloré.
Las ilustraciones de Benjamin Lacombe
A este punto, al de la emotividad y las lágrimas, ayudan las ilustraciones de Benjamin Lacombe, más que conocido a lo largo y ancho del mundo y del que debo decir que nunca ha estado entre mis predilectos. Aprecio, desde un punto de vista objetivo, su arte pero este nunca ha logrado decirme nada o llegarme pero no ha sido así en La pequeña cerillera, más bien todo lo contrario.
Desde la primera página hasta la última me ha tenido atrapado, no me ha soltado en ningún momento y me ha hecho viajar hasta ese pasado para sentir el frío de la niña en mis también descalzos pies, maravillarme con esa luz única e imposible que emana de cada cerilla, para notar el amor de su abuela al abrazarla y casi pensar que ese abrazo es para mí, para todos, para cualquiera que lea este pequeño volumen de Edelvives.
Cualquier intento de descripción que haga por mi parte no logrará, no en realidad, transmitir la perfecta y única mezcla que hacen Hans Christian Andersen y Benjamin Lacombe con un relato que, y no siempre es así, no ha sido edulcorado y tampoco rebajado. La protagonista de La pequeña cerillera muere, no es una cuestión de perspectiva, es un hecho y debe ser respetado pues es lo que da toda su fuerza a las letras.
La historia de un ángel
Puede que no se incluya a La pequeña cerillera en muchos listados de historias de Navidad debido a que es una preciosa tragedia, o una trágica preciosidad, pero el sentido que tiene, el momento en que se ambienta y el mensaje que deja son Navidad en estado puro. Una historia que nace de un grabado en madera y por el que no ha pasado el tiempo, es hoy igual de válido que lo fue en 1845 cuando se publicó por primera vez.
Y si bien no se dice es evidente que cuando la estrella cae para que ella pueda subir a los cielos suena una campana, un tintineo. No puede ser de otra forma, siempre es así cuando, como bien aprendimos con Qué bello es vivir, un ángel consigue sus alas.
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Escritor y periodista de amplia trayectoria (AQUÍ, Cinemascomics, Infonegocios…), especializado en Cultura Pop aunque también ha escrito de temáticas muy distintas como política y el mundo de los negocios. Creador del personaje infantil Frost, perrito de aventuras descrito por RTVE como «Un nuevo héroe para los niños». ISNI 0000 0004 4335 5012



