Gigantes: Fantasmas de invierno deja con ganas de más a cada viñeta

Gigantes: Fantasmas de invierno es una fantástica historia llena de personajes nacidos para ser amados, un auténtico blockbuster revienta páginas que deja con ganas de más a cada viñeta. Una lectura apasionante, divertida, con muchas reflexiones y un espíritu vital digno de elogio y, un poco, de envidia. Sencillamente los hermanos Valderrama cierran, amplían, mejoran y profundizan en lo narrado en el tomo anterior también editado por Astiberri y consigue que el lector espere con ganas que haya más y más aventuras ambientadas en este mundo.

Este volumen es, en teoría, el final de esta saga, el cierre a lo que los hermanos Valderrama querían contar y a la historia que comenzaron en el volumen anterior. Pero con suerte, nunca hay que perder la esperanza, no lo será y solo será un alto en el camino, un tiempo de descanso para coger fuerzas, emprender otros proyectos y regresar a este universo que todavía puede dar mucho más de sí. Y el día que lo hagan será una victoria para todos los lectores.

Guiños, influencias y homenajes

Es evidente que en este cómic hay mucho cariño y respeto por los monstruos gigantes, empezando por Godzilla que es sin duda alguna el más conocido y popular de todos aunque seguido muy de cerca por King Kong. No resulta complicado ver por aquí y por allá guiños a tales seres y a otros tantos, incluyendo a la criatura de Cloverfield vista por primera vez en la película inaugural de la saga, Monstruoso de Matt Reeves y Drew Gooddard que se estrenó en 2008. Humanos, gigantes, seres peligrosos, guerreros… todos se dan cita en este tomo.

No es que Gigantes: Fantasmas de invierno sea una propuesta perfecta para los amantes de los kaijus, y los monstruos gigantes en general, es que lo será para cualquiera que tenga ganas de leerse un buen cómic de acción en el que los participantes sean igual de importantes que las escenas trepidantes. Participantes tanto humanos como gargantuescos dado que son los seres que dominan este lugar roto y quebrado por todas partes, la pregunta es si hay que intentar eliminarlos o por el contrario convivir con ellos.

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