Un babuino beduino en Frost, perrito de aventuras. Ilustración de Doc Pastor

Un babuino beduino en Frost, perrito de aventuras. Ilustración de Doc Pastor

Sigue la historia de Frost, perrito de aventuras.

Frost, perrito de aventuras, había logrado descansar aunque le dolía la espalda. Una cueva no es el mejor sitio para dormir, pero las horas de sol habían pasado y ahora podría salir a caminar sin tanto peligro. Todo estaba oscuro, lo que le extrañó. Sí, claro que debía estarlo por el tiempo que, suponía, había dormido, pero no era demasiada oscuridad. Era extraño.

– Claro, que igual en este planeta las cosas son así – dijo para sí mismo y no le doy más importancia.

Se acercó hasta la puerta de la cueva y tropezó con algo. En concreto con una tela.

– ¿Y esto? ¿Estaba cuando entré? – dijo mientras su naricita se movía captando nuevos olores y sus orejas iban de un lado a otro por los sonidos que llegaban hasta ellas.

El intrépido aventurero no entendía qué estaba pasando, olía y oía otras personas. Todo tras esa tela que hacía las veces de puerta. Entonces se dio cuenta de que la tela recorría todo lo que en su cabeza era la cueva, incluso estaba en el suelo. No había roca por ninguna parte, solo una tela oscura y fuerte.

Era todo extraño, no sabía qué estaba pasando. Sonrío con su sonrisa pícara – Solo hay una forma de saber qué pasa – y se sintió genial. Una aventura más.

Abrió la tela que hacía las veces de puerta y salió de lo que, ahora tenía claro, sin duda era una tienda. Fuera de ella seguía estando el desierto, la arena, el sol y el calor. ¡Y un montón de personas con trajes vaporosos!

No solo personas, eran… – ¡Babuinos! ¡Son babuinos!– gritó extasiado el perrito.

Notó un tirón en su ropa, era una pequeña niña babuina. – No señor, somos beduinos. ¿Qué es un babuino? – preguntó mientras le miraba anhelando una respuesta.

Frost, perrito de aventuras iba a responder pero antes de poder hacerlo un hombre mayor, quizá el padre de la pequeña, habló por él – Anera, somos las dos cosas. Babuino y beduinos. Ahora, vete a jugar con los otros niños y deja que me ocupe de nuestro invitado – dijo mientras le hacía una breve reverencia.

La pequeña se marchó con una sonrisa mientras repetía entre carcajadas la palabra “babuino”, tanto que al final dejó de parecerse a sí misma. Más bien sonaba como “bebino”.

– Sí, somos babuinos, babuinos del desierto. Los beduinos babuinos, podrías decir – dijo el hombre. Era algo más alto que Frost, lo que no resultaba complicado dado que era más bien tirando a bajito. Este se dio cuenta de que su naricita se estaba moviendo acompañada de rugidos de su estómago, sin duda debía tener hambre – Si me acompañas…– con un gesto le indicó la dirección y los dos se desplazaron hasta una tienda algo más grande.

Capítulo 5º, 1ª parte: Un día de calor. Esta historia continuará…

Únete a nuestro canal de WhatsApp (totalmente anónimo, nadie verá tu nombre o tu número) y no te pierdas ningún contenido. ¡Súmate pinchando aquí!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *