Cuando uno piensa en Marvel Comics suele hacerlo en personajes y autores norteamericanos, algo más que lógico ya que el grueso de la compañía está formado por ellos. Pero cuando se vuelve sobre ese pensamiento un par de veces se empieza a ver que no es tan cierto, muchos creadores de otros lugares han trabajado dentro de la compañía poniendo su granito de arena y dando vida a héroes y villanos que no son necesariamente norteamericanos.
Como hecho reciente uno puede mirar la cantidad de nombres españoles que están dando vida artística a estos justicieros, pero eso es tema para otro artículo y ahora mismo me quiero centrar en Excalibur, más en concreto en el primer tomo recopilatorio lanzado por Panini. En el mismo queda claro cómo Alan Davis y Chris Claremont lograron dar un puro sabor británico a unos mutantes a los que les hacía mucha falta, lo hicieron con clase, con elegancia y con bastante mala uva.
Y es que uno de los puntos fuertes de Excalibur es precisamente su humor y su sardonismo, ese tipo de comedia tan puramente inglesa que no gusta a todos pero que si caes en sus garras ya no tienes salvación. Lo mejor de todo fue el acierto de no tomarse en serio a sí mismos, de saber que si bien tenían entre manos una historia del bien contra el mal (¿acaso no es siempre así cuando hablamos de cómic de superhéroes?) esta puede dejar espacio al gag y al slapstick pero también a la épica cuando es necesario.
La mezcla de ambos talentos, a los que también se unirían Michael Higgins, Arthur Adams, Marshall Rogers y Erik Larsen, es perfecta y consiguen crear lo que bien podría definirse como una sitcom de superhéroes. Seamos sinceros, en lo que se refiere a los mutantes de Marvel Comics siempre ha resultado más interesante las relaciones entre ellos que las luchas con los villanos y Claremont siempre supo sacar buen partido de ello. Más todavía en este caso en el que a pesar de sus dones y fantásticos poderes son presentados como personas normales, con sus problemas, sus malentendidos y sus demonios personales.
De esta forma en Excalibur se mantiene esa esencia de Marvel de héroes con pies de barro, lo vemos en un Capitán Britania que lucha contra el alcoholismo, una Meggan totalmente insegura sobre quién es, un Rondador Nocturno que duda sobre si mostrar o no sus sentimientos y una Kitty Pryde que intenta encontrar su lugar en el mundo. Dicho así, en unas pocas líneas, parece poco pero en realidad no lo es, es mucho y no hay que olvidar que este es tan solo el primer tomo así que hay muchas curvas por venir.
Muchos ya éramos admiradores de los autores y el equipo en esta magnífica etapa inicial, pero si nunca os habéis adentrado en estas páginas es el momento perfecto para hacerlo. Dudo que os arrepintáis de ello.