En 1922 el director alemán Friedrich Wilhelm Murnau decidió llevar a la gran pantalla la novela Drácula, publicada 25 años antes y escrita por Bram Stoker, bajo el nombre de Nosferatu. Nada hacía pensar que la película terminaría siendo una de las más importantes e influyentes de la historia del cine.
El expresionismo aleman
Pongamos un poco de contexto. Nos encontramos en la Alemania de entreguerras, en una época en la que los derechos de autor no estaban tan regulados como hoy día. El expresionismo está en auge, especialmente tras la derrota vergonzosa del país en la Gran Guerra, presentando mundos oscuros y formas totalmente rocambolescas, basadas sombras y geometrías irreales.
En este contexto, se ruedan películas tan emblemáticas como El gabinete del doctor Caligari (1920), El golem (1921) o Metrópolis (1927). Todas ellas mostraban un fuerte carácter oscuro y lúgubre, presentando a personajes con ropajes estrafalarios y maquillajes exagerados.
Nosferatu sigue los parámetros de este movimiento artístico, aunque rompe con algunos de ellos. Lejos de los decorados claustrofóbicos, se atreve a presentar escenas al aire libre contrapuestas con las primeras; pero también refuerza otros puntos como los juegos de sombra, lo que daría lugar a la icónica imaginería de la cinta.
Nosferatu cuenta la historia del Conde Orlok de Transilvania, que recibe una visita del agente inmobiliario Thomas Hutter relativa a una propiedad que el conde ha adquirido en la ficticia ciudad de Wisborg. Orlok viaja en barco hasta Wisborg, y durante el camino la tripulación va desapareciendo hasta que el barco llega a puerto sin nadie a bordo.
Película casi desaparecida
La existencia de la película llegó a oídos de la viuda de Stoker, Florence Balcombe, y esta inició una demanda de plagio que acabó siendo favorable a ella en 1925 por un tribunal británico, el cual obligó a Murnau a entregar todas las copias y los negativos originales para ser destruidos. De milagro, varias copias de la película habían sido ya enviadas a particulares de Europa y Estados Unidos y estas quedaron a buen recaudo hasta la muerte de Balcombe.
Varias versiones han ido apareciendo a lo largo de su siglo de existencia, ya que las copias supervivientes tenían diferentes duraciones y bandas sonoras, algo bastante habitual en aquel entonces, ya que las películas se adaptaban a la audiencia. En 2019 el film entró en el dominio público.
Influencias modernas
Que Nosferatu es una de las películas de terror clásicas más influyentes de la historia es innegable. Hoy día varios directores de renombre hacen referencias y homenajes a ella en sus producciones. La cinta ha sido analizada innumerables veces en su aspecto estético y narrativo, desencajando cada fotograma y poniéndolo en su contexto expositivo e histórico.
Además de varios remakes (todos ellos no oficiales), la película La sombra del vampiro del año 2000 dirigida por E. Elias Merhige presenta una recreación ficticia del rodaje del film, con John Malkovich como Murnau y Willem Dafoe en el papel del actor Max Schreck, quien interpretó al Nosferatu original. La historia gira entorno al propio Schreck y en la posibilidad de que el actor fuera realmente un vampiro.
Futuro cercano
Este año llega el primer remake de la pelicula original, una oportunidad para disfrutar de la historia desde un punto de vista más moderno. El trailer de momento promete mucho, aunque tendremos que esperar a poder verla en la gran pantalla para dar una valoración real.
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Crítico de cine de largo recorrido, además de amante del terror clásico y el mundo de LEGO. Es profesor Pokémon y ha sido juez del juego de cartas de la franquicia en torneos oficiales a lo largo y ancho del mundo. Es graduado en traducción y ha sido el intérprete de nombres como Julian Glover y Paul Blake, General Veers y Greedo de Star Wars. ISNI 0000 0005 1808 8642