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Doctor Strange en el multiverso de la locura es la película que necesitaba Marvel y Sam Raimi es el director perfecto.

He de reconocer que la primera película del Doctor Extraño me pareció bastante terrible, y no me refiero a la de 1978 con Peter Hooten, me refiero a la estrenada en 2016 con Benedict Cumberbatch como cabeza de cartel. El actor protagonista no parecía tener muy claro qué hacía allí, tampoco ayudaban la dirección de Scott Derrickson y el soso guion que firmó junto a Jon Spaihts y Robert Cargill, una mezcla que tuvo como resultado una de las peores entregas de Marvel Studios hasta ese momento.

Claro que la culpa no fue solo de ellos, una gran parte la tuvo la propia empresa que en vista de su éxito y temiendo lo fugaz del mismo empezó a fabricar películas como otros hacen salchichones. Esto que por un lado provocó que muchos aficionados casi ni se pararan a respirar, menos todavía a pensar en la calidad de lo que acababan de ver, también conllevó que los filmes dejaran de tener identidad propia. Daba igual cuál vieras, en general todos eran bastante intercambiables como sucede en Starbucks, que da igual si entras en uno en Madrid o en Londres ya que siempre son lo mismo.

Pero el paso del tiempo pone todo, o casi en su sitio, y por suerte Marvel Studios se ha dado cuenta de que puede hacer mucho más con sus personajes y franquicias. Desde tímidos intentos como fue Bruja Escarlata y Visión con tres primeros episodios extraordinarios o los dobles juegos de Loki, sencillamente estamos entrando en una auténtica fase dos de esta compañía, una en la que parece más dispuesta a experimentar y a dejar que los directores y guionistas hagan su trabajo (como ya sucedía en las primeras películas).

Y así llegamos hasta 2022 con esta segunda parte de las aventuras del Doctor Extraño, una historia titulada Doctor Strange en el multiverso de la locura lo que adelanta el tono y acontecimientos del filme, aunque debo decir que personalmente esperaba algo más de Multiverso pero es cierto que lo que hay está muy bien aprovechado. Es más, este viaje no solo supone un antes y un después para el protagonista, también es usado por Marvel Studios para (en cierto sentido) adelantar el futuro próximo aunque sea diciendo “Esto pasará, esta será la forma, pero todavía no, todavía hay que esperar un poco”.

No solo eso, el propio enfoque de la película refrenda el nuevo camino que la compañía ha ido marcando, algo que queda más que claro según avanza el metraje y la mano de Sam Raimi es más y más palpable. El hombre que logró llevar con gran acierto a Spiderman a la gran pantalla (con todo respeto a la etapa de Nicholas Hammond de la que ya sabéis que soy un gran fan) consigue superar con creces a la anterior entrega del Doctor Extraño, tanto por la puesta en escena que poco a poco pasa de ser aventurera para caer en el terror como por su dirección de actores y, por supuesto, la obligada aparición de Bruce Campbell que debe tener una película de Sam Raimi.

La mezcla del director con el guion firmado por Michael Waldron consigue crear un título con identidad propia, una historia que si bien tiene lazos con el pasado (y el futuro) sabe encontrar su camino, fondo y forma para que pueda ser vista de manera independiente. Sí, si se conoce lo anterior en el mundo del cine, además de tener una base del cómic, se disfruta más y se entienden algunos guiños y referencias, pero si no es así el viaje sigue estando bien construido y pensado para que todo el público en la sala pueda dejarse llevar.

Doctor Strange en el multiverso de la locura es la película que necesitaba el universo cinematográfico de Marvel, y sin duda alguna Sam Raimi es el director perfecto para ello. Al final todo es una cuestión de magia.

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