¿Qué tendrán los dioses y los sueños que tanto atraen a los creadores?

El mundo del cómic siempre ha sentido una predilección especial por las mitologías y por las fantasías oníricas, por esos reinos extraños y lejanos de lo humano pero que siempre han acompañados los relatos y las ficciones. Dos ejemplos bien conocidos serían la maravilla que es Little Nemo in Slumberland de Winsor McCay o el Thor de Marvel Comics y todo su panteón.

Hay que decir que este dios (aunque en versiones diferentes) ya tuvo su aparición en Marvel Comics antes de su introducción como superhéroe en 1962, fue en 1951 en Venus y en 1957 en Tales of the Unexpected. Y habría muchos más ejemplos, la lista de seres mitológicos que han cobrado nueva vida en el mundo del cómic es larga, más de lo que podría uno imaginarse.

Por el lado de los mundos oníricos se tiene que, y se debe, mentar a Sandman. Esa larga epopeya de magia y misterio creada por Neil Gaiman, que ha durado más de dos décadas y a la que el autor ha vuelto en Sandman: Obertura, en la que de forma magistral el escritor une el final con el principio, creando una historia que es, por derecho propio, la cuadratura del círculo.

El inglés regresa a su conocido mundo para mostrar los hechos acaecidos antes del comienzo de su propia serie, explora todavía más al personaje de Morfeo y todo su universo para mostrar el cómo y el porqué de ese viaje que todos conocemos tan bien. A su lado están J. H. Williams III y, no podía ser de otra forma, el portadista Dave McKean para dar vida visual a sus palabras.

Así pues esta historia sirve tanto de precuela como de cierre a todo lo ya narrado, pero otro tanto de exploración final por todo lo que fue (y lo que podrá ser) el rey del sueño. Un homenaje de Neil Gaiman a su más conocida creación, que bebe de sí misma y da al lector un último paseo antes de llegue la hora de volver a dormir.

Si hablamos de dioses se puede citar Apocalipsis: El libro de las revelaciones de San Juan de Alfredo Castelli y Corrado Roi, obra editada por Panini Comics, y pretende recrear en viñetas esta conocida parte de la Biblia. Hay que decir que la tarea no es sencilla, y cualquiera que se haya leído estos versículos lo sabrá, tanto por el lenguaje usado como por lo simbólico del mismo. Más teniendo en cuenta los muchos siglos y cambios culturales que nos separan del momento de su redacción, algo que por suerte los dos autores han tenido en cuenta y se toman algunas páginas extras para explicarlo y dar detalles.

Su visión del Apocalipsis es, inevitablemente, oscura y terrible. Un laberinto sin fin del que si bien no parece haber salida sí existe la esperanza de lograr sobrevivir y encontrar la luz de la salvación, todo ello tras pasar penurias y sufrimiento que en las manos de Corrado Roi se convierten en imágenes que bien podrían ser comparadas con las del Bosco (salvando distancia e intenciones).

Lo que intentan es, en la medida de lo posible, ser fieles a la idea más básica y a la esencia más pura de este libro, aunque eso conlleve en ocasiones tener que tomarse licencias o resumir en pocas palabras lo que San Juan profetizó en varios párrafos. Esta es una opción profesional muy acertada, ya que por un lado reduce las dimensiones de la obra a algo manejable; también hace que resulte más accesible para el lector.

¿Qué tendrán los dioses y los sueños que tanto atraen a los creadores? Quizá sean sus posibilidades infinitas, las mismas que tiene una página en blanco, o quizá es que en sueños todos podemos ser dioses.

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