Una vida de pérdidas y dolor ha hecho que el diablo sea feliz, y qué narices, se lo ha ganado.

Siempre se ha dicho que Daredevil es el Batman de Marvel Comics, y en cierta medida es verdad. Hay más de un paralelismo entre uno y otro, pero en realidad ambos son muy diferentes y puede que lo más los distancia de todo sea que uno puede ser feliz pero el otro está condenado a no serlo jamás.

Quizá por eso mismo fue tan extraño ver al murciélago sonreír en Batman: Forever, y por ese mismo motivo Catwoman decidió dejarle plantado frente al altar como hizo Diane con Frasier en Cheers. Y es que un Batman que encuentre la felicidad será un Batman que deba dejar atrás a todos sus demonios y entonces ya no tendrá motivo para seguir poniéndose la capa una noche tras otra (aunque hay que decir que en la versión clásica de Tierra 2, en la que sí se casó con Catwoman, siguió combatiendo el crimen como miembro de la policía).

Pero volviendo a Daredevil su caso es muy distinto. Sí, es cierto que su disposición para luchar contra los delincuentes viene de la muerte de su padre, pero no así su motivación para ser mejor de lo que era, eso vino por un afán de superación tras sufrir el accidente que le dejó ciego. Una etapa compleja en la que su padre era su gran apoyo, así que si bien Batman es un héroe por vengar a sus padres, Daredevil lo es para honrar a su padre.

Esto es algo que Mark Waid tiene claro, y el muy acertado título del tomo La sonrisa del diablo habla de forma clara de ello. Es más, para hacerlo todavía más evidente y dotar de más fuerza al mensaje, la preciosa portada de Paolo Rivera es toda una declaración de intenciones, con un Daredevil saltando entre edificios (llenos de los sonidos que le guían) con una enorme sonrisa en el rostro.

Esa misma energía positiva se mantiene en las páginas interiores, obra del recién citado Paolo Rivera y de Marcos Martín (dibujante que me encandiló ya hace años en Batgirl: Año uno), en las que el mundo del abogado ciego está más vivo que nunca con algunas láminas que deberían estar en un museo. No lo digo por decir, si alguien no toma en serio mis palabras le invito a ir a su librería más cercana, abrir el tomo y comprobarlo por sí mismo.

Por si todo esto no fuera suficiente el volumen se completa con una entrevista al guionista Mark Waid, además de otra a Paolo Rivera que va ilustrada con sus bocetos y procesos, lo que hace que sea una lectura deliciosa.

Una vida de perdidas y dolor ha hecho que el diablo sea feliz, y qué narices, se lo ha ganado.

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