Un hípster en la España vacía: una película a medio gas

Un hípster en la España vacía cumple con la misión de tenerte entretenido y hacerte reír, en ocasiones, pero en todo momento con la sensación constante de que el total podría ser mejor del que es. Sí, claro que el filme tiene aciertos y momentos buenos, al igual que cuenta con profesionales de la actuación más que reputados que siempre cumplen con lo esperado pero el título no termina de arrancar y va a medio gas todo el rato.

Actores legendarios

Casi parece que se esté más ante una miniserie remontada para lograr dar la duración de una película que ante una película en sí misma, tampoco ayuda que el actor protagonista (Lalo Tenorio) parezca dar todo el rato la misma interpretación sin que a su personaje parezca afectarle mucho lo que sucede alrededor. Quizá ha sido esta una estrategia del director y una elección artística consciente, pero si ha sido así es ciertamente algo extraño y poco acertado.

Menos todavía cuando se le enfrenta con actores de la talla de los legendarios Tito Valverde y Miguel Rellán, sin olvidar a Macarena García o Paco León. No digamos en las muchas escenas que comparte con Berta Vázquez, actriz que brilla con luz propia en Un hípster en la España vacía y se lo come todo de principio a fin. Es lo mejor de todo el filme con una actuación sincera y muy humana, una mujer hecha a sí misma pero también con sus torpezas y miedos, solo por ella merece la pena ver este producto.

Un director veterano

El guion corre a cargo de Daniel Castro, también responsable de las muy recomendable serie Vota Juan (continuada en Vamos Juan y Venga Juan) protagonizada por Javier Cámara, la naíf y tierna El mejor verano de mi vida, de nuevo con Cámara, aunque también de las mucho menos aplaudidas y celebradas Los Reyes Magos: La Verdad y Ocho apellidos marroquís. La dirección recae en Emilio Martínez Lázaro, algo que debería ser una alegría por sus buenos resultados en Ocho apellidos vascos, Las 13 rosas y El otro lado de la cama, pero que no llega a las cotas que alcanzó en esos títulos, pecando en ocasiones de un aspecto poco trabajado y más similar al de un realizador novel que al de un cineasta experimentado.

Una película a medio gas

Un hípster en la España vacía, basada en la novela de mismo nombre de Daniel Gascón, tiene una buena dosis de crítica sobre el mundo actual, los lemas y eslóganes aprendidos, el despotismo ilustrado que en ocasiones hay hoy en día y la cantidad de políticos que viven para colgarse medallas, y trepar, por encima de la preocupación real que debería conllevar su trabajo. Esto es algo claramente mostrado a lo largo de todo el filme aunque sea de forma irregular, resultando más orgánica y coherente su primera mitad que la segunda.

Es una lástima, Un hípster en la España vacía podría ser una de las pequeñas grandes obras de este año, uno de esos filmes que poco a poco van creciendo hasta ser de culto e ir cosechando su legion de seguidores. Con todo es cierto que entretiene y en ocasiones hasta divierte, y hoy por hoy se ha llegado a un momento en el que por lo general tampoco puede pedirse más.

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