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Han vuelto. Por última vez.

Vivimos una ola de nostalgia. Un movimiento que comenzó hace años, quizá con los libros Papel y Plástico, y que no ha dejado de tomar fuerza en ningún momento.

El pasado vende. Al menos cierto pasado, el de los ochenta y los noventa, y las empresas siempre han sido muy fans de lanzarse a las modas para explotarlas todo lo posible. Hay productos de todo tipo, desde los tomos de Yo fui a EGB, coleccionables que reproducen revistas de nuestra infancia grupos que de pronto regresan casi de entre los muertos…

La lista sería interminable y el mundo del audiovisual también hace sus pinitos en el tema. Hay títulos que beben de esas décadas pero que igualmente intentan encontrar su propia identidad como Los Mercenarios o Strangers Things, basándose más en ideas y situaciones que en hechos concretos (con sus buenos homenajes y guiños para hacer más divertida la experiencia); pero también hay otras producciones que prefieren ir por el sencillo camino de explotar algo ya conocido para aprovecharse del público que ya tuvo.

En este segundo caso podría situarse a Madres Forzosas, Expediente X y sí, a Trainspotting 2, un filme que cumple con creces con lo que promete pero no tanto con lo esperado.

¿Y qué prometía? Lo que dejaba bien claro el título, una segunda parte de Trainspotting. Ni más, ni menos. Lo es y sin poder decir nada en su contra. La historia se sitúa dos décadas después de la primera entrega y narra el reencuentro de los protagonistas tras tantos años en los que (por sorprendente que suene) no han sabido nada los unos de los otros. Su vida ha cambiando, los tiempos son otros, pero los pecados del pasado siempre terminan volviendo a nosotros.

Con esta sencilla y básica premisa, que presenta momentos irregulares, se construye un producto que se basa en pura la nostalgia, hecho por y para los amantes de la obra original. Se trata de ensalzar el recuerdo de la primera cinta y dejar claro que, queramos o no, el tiempo pasa para todos. Y a pesar de ello, seguimos teniendo la oportunidad de descubrir quiénes somos.

¿Qué podía esperarse? Una obra a la altura de la primera, llena de la misma frescura e ironía que ha hecho que tras tantos años el mito a su alrededor solo crezca convirtiéndola en una obra de culta reverenciada por muchos. No ha sido así y tampoco se ha pretendido, lo que es un acierto ya que no se habría conseguido.

Trainspotting 2 es un reencuentro con el pasado, una carta de amor al recuerdo de lo que hemos sido (y de lo que podemos ser), con una muy adecuada banda sonora y buenas actuaciones.

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