La enigmática Mrs. Flood en Doctor Who

La enigmática Mrs. Flood en Doctor Who

¿Quién es la intrigante anciana que conoce la TARDIS?

La recién estrenada era contemporánea de Doctor Who ha sentado sus bases, ha presentado a su nueva encarnación, la companion que vivirá con él aventuras y algunas migajas por aquí y por allí están presentes para que los aficionados se muerdan las uñas como si no hubiera un mañana. Una de estas migajas ha sido una intrigante anciana llamada Mrs. Flood a la que interpreta Anita Dobson, alguien que dice que parece conocer las forma de funcionar del Doctor y que, lo más sorprendente, sabe qué es una TARDIS. Y ahora, ¿quién es? Lo cierto es que no hay pistas al respecto y cae todo en el terreno de la especulación.

Por un lado, tendría sentido, puede que sea una nueva encarnación del Master, tanto por haberse regenerado o por haber ocupado un cuerpo que no es el suyo como otras veces hizo en el pasado. O quizá un secuaz de este, en el último de los especiales del 60º aniversario vimos una mano recoger el diente de oro en el que habitaba, algo que adelantaba que en un futuro próximo iba a regresar y puede que este haya sido el camino escogido.

¿Podría ser Susan? ¿Y si es la nieta del Doctor?

Susan Foreman es la companion primigenia, la nieta del protagonista que ya estaba ahí cuando Doctor Who empezó a emitirse. El Doctor se despidió de ella para que pudiera tener una vida plena, una que no sería posible a su lado y prometió que algún día volverían a verse. Cuando entró Missy se especuló que era ella y encajaba a la perfección, no fue así y terminó como una encarnación más del Master. Una de las mejores, todo sea dicho. Hace tiempo que hay cada vez más y más voces que piden recuperar a esta (en su momento) joven Time Lady y ojalá suceda más que pronto que tarde.

¿O quizá es otra persona? ¿El Monje, Rani, el Valeyard…? ¿Una antigua companion que ha envejecido? ¿Una que no hemos visto nunca? Opciones hay muchas y todas ellas válidas en este momento en el que, sin más pistas, solo se puede elucubrar. Por suerte Russell T Davies no da puntada sin hilo, solo queda esperar y, muy posiblemente, maravillarse con su explicación.

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