La Navidad es… bueno, todo el mundo sabe qué es la Navidad. Definirla aquí sería un sinsentido y pérdida de tiempo. Y es bien sabido que una de las tradiciones en estas fechas es la de obsequiar con presentes a nuestros seres más cercanos. Bueno, cercanos y no tan cercanos.

Dejando el debate consumista a un lado, ¿por qué hacemos regalos en estas fiestas? “Porque queremos a los que nos rodean”, “porque es una época para dar”, “porque…”

No nos engañemos, mucha crisis y mucha historia pero en estas fechas todo el mundo compra y regala a, generalmente, la familia (¿a quién vas a regalar?), se lleven bien o no. A menudo por compromiso más que por gusto.

¿Por qué? ¿Por qué estas fechas deben ser las únicas en las que dar? Perdón, ¿por qué, junto con el día de cumpleaños (y a veces el del santo) es cuando la gente se vuelve benevolente y generosa? ¿Por qué regalar por compromiso? ¿Y por qué el dar tiene que ser algo físico? ¿Por qué cuánto más caro mejor?

 

La época en la que dar y recibir debería ser todo el año. (Empezando por la máxima de “no hagas lo que no quieras que te hagan”). No tiene sentido que los regalos sean por compromiso. ¿Por qué debo regalar a alguien si realmente no lo siento? ¿Por qué no puedo regalar a alguien que no sea mi familia si me apetece? ¿Porque es raro? No, es inusual. ¿Y por qué un regalo no puede ser un libro que tengo en mi biblioteca que creo que te va a encantar? ¿Debe ser todo nuevo y reluciente? Quizá porque precisamente lo tengo entre mis lecturas puedo asegurar con afirmar con mayor certeza que te va a gustar. ¿Hay que valorar algo comprado por encima de algo hecho por ti mismo? Quizá porque las galletas que te regalo están hechas por mí significan que me esfuerzo más. Que me importas más. Al menos lo suficiente como para que dedique toda una tarde a hacerlas. Quizá dicen más de mí que los 10€ que me pueda gastar en una pastelería o súper.

 

También es cierto que si te presentas un día cualquiera y regalas a algo a alguien, la gente se queda sin saber cómo reaccionar. Eso sí, hace más ilusión. Porque no tienes razón para hacerlo. Porque lo haces porque quieres. Eso dice más de ti que regalar algo carísimo en Navidad. Es cierto que todo el mundo es más receptivo en estos días. Quizá porque se asume que vas a recibir regalos. Y puede ser que esa razón haga que poco a poco los regalos nos hagan menos ilusión.

Hay algo cierto: pasamos demasiado tiempo haciendo cosas por obligación como para encima hacerlo en nuestros ratos libres.

 

Sé feliz, haz lo que te haga feliz y deja de lado el quedar bien. Pero no en Navidad. Los otros 364 días del año también. Sino llegará el día en que eches la vista atrás y verás todo ese tiempo que se fue para no volver. El tiempo que usaste para los demás antes que para contigo. ¿Por qué desaprovechar esa oportunidad?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *