Hace unos días se hizo en Barcelona el pase de prensa de Perdido, película de Christian Carion, director conocido por El caso Farewell o Feliz navidad, filmes en los que ejerce también (igual que aquí) de guionista. Y no pude ir, me refiero a la proyección.
Por temas que no vienen al caso me fue imposible, así que solicité un visionado on-line, y tras un día muy largo pude ponerme de madrugada a verla. Me enganchó, totalmente. Estaba cansado, con sueño, y en ningún momento pensé en parar el filme. Simplemente no podía.
Es cierto que la historia no presenta novedades, que desde un comienzo el final es bastante predecible y que a nadie le extrañará ver un día este título un sábado por la tarde en Antena 3. Pero me enganchó, me tuvo atento, me sorprendió con algunos giros inesperados, me hizo dudar a veces sobre qué iba a pasar y hasta temí en más de una ocasión por el protagonista.
¿Y no es eso realmente lo que importa?
La historia es muy sencilla. Un niño es secuestrado y un padre va detrás de sus captores tomándose la justicia por su mano. Nada que no hayamos visto, y que en mucho recuerda a los héroes de serie B de los años setenta y ochenta. Todo se resuelve de una forma algo precipitada y en la parte final apenas hay tiempo para respirar.
Pero esto que en otra época podría ser algo criticable, hoy es de agradecer. Una película que no rellena el espacio con vacío, con minutos que no sirven de nada, en un momento en el que Hollywood cada vez nos acostumbra a más a filmes a los que les sobra casi siempre media hora (en ocasiones bastante más, todo sea dicho).
Durante todo ese poco pero justo minutaje, el protagonista total es Guillaume Canet. Actor al que muchos recordarán por haber sido Emile Zola en Cézanne y yo, y que ya había trabajado a las órdenes de Carion en El caso Farewell. Este intérprete es el encargado de hacer avanzar la narrativa, mostrado como un padre que por un inexplicado (aunque sugerido) trabajo apenas está presente en la vida de su hijo, pero que hará lo que haga falta para salvar su vida.
Según avanza la trama vemos cómo va cayendo poco a poco en una espiral de violencia que le iguala con los criminales a los que en teoría persigue, enfrentado al carácter de su ex mujer (Mélanie Laurent) que a pesar de estar pasando el mismo shock que él parece controlar mucho más sus emociones.
Y la nieve. Los paisajes pasan a formar prácticamente parte de la galería de personajes, siendo una parte primordial de esta película y en gran medida lo que sostiene a la misma. Escenarios permanente blancos, simbolizando de cierta forma la inocencia del pequeño y también la soledad (elegida o no) del padre de este.
Perdido es un filme entretenido y que cumple con el objetivo que pretende. Y ahora mismo, eso es algo muy escaso en el mundo del cine.
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