Portada de Gargamel, el amigo de Los Pitufos. Créditos: Norma

Portada de Gargamel, el amigo de Los Pitufos. Créditos: Norma

Los Pitufos están de vuelta con una nueva aventura en la que su gran enemigo, Gargamel, deja de serlo y pasa a ser su amigo.

En esta casa nos gustan mucho Los Pitufos, en concreto al que escribe este artículo. Desde pequeño he tenido una cierta pasión por ellos y si bien el resto de ocios han ido y venido estos pequeños personajes siempre han estado ahí. Primero como un niño que disfruta de las divertidas historias de unos duendes azules que viven aventuras y hoy como adulto que ve entre líneas las muchas reflexiones, valores morales y mala uva que suelen tener (y no siempre entre líneas, a veces es más bien a cañonazos).

Todo esto es así desde el principio de sus tramas en solitario, aunque también está parcialmente presente en sus apariciones con Johan y Pirluit, y es que Peyo además de un genio tenía un sentido del humor muy concreto y específico. Si queréis saber más sobre él y su figura os recomiendo el estupendo libro Peyo l’enchanteur, todavía sin edición en nuestro idioma.

Viñetas interiores de Gargamel, el amigo de Los Pitufos. Créditos: Norma
Viñetas interiores de Gargamel, el amigo de Los Pitufos. Créditos: Norma

La figura de Gargamel en Los Pitufos

Gargamel es un personaje clave en la saga de Los Pitufos aunque no estuvo ahí desde el comienzo, pero casi. Siempre ha sido mostrado como un hechicero que busca a estos personajes para un fin muy concreto: lograr la creación de la piedra filosofal. Sí, nada de hacerse una sopa para comérselos o algo parecido, su interés es puramente científico, alquímico sería más correcto, con la intención de enriquecerse y dejar atrás su vida de miseria.

Muchas veces esto se olvida y se le asume como enemigo de los duendecillos sin más pero no tiene nada en su contra, no más que cierto rencor por haberse escapado de sus manos una y otra vez y lo mal que lo ha pasado cada vez que frustran sus planes. Pero lo que quiere es ser rico y todo por una idea sacada de un viejo grimorio. Uno que, en varias ocasiones, se dice que es falso.

El cambio

Y una vez más se confirma su falsedad en Gargamel, el amigo de los Pitufos. Durante una reunión de magos, brujas, hechiceros y haceros de milagros de diferente tipo él habla de ellos, del grimorio, de la piedra y, para su desgracia, le confirman que no hay nada de real. Pero esto hace que empiece un proceso de cambio, puede que incluso de sanación, un crecimiento personal muy necesario.

Esta es una forma estupenda de explorar al personaje, sus decisiones y el cómo es en su día a día. ¿Quién es Gargamel sin esa pasión (podríamos decir obsesión) por atrapar a estos pequeños seres? Eso es algo que él debe descubrir, él y también Alain Jost y Thierry Culliford (hijo de Peyo) que una vez más se ocupan de los guiones.

La verdad golpea a Gargamel en la cara. Créditos: Norma
La verdad golpea a Gargamel en la cara. Créditos: Norma

El estilo de Alain Peral

El arte visual queda en manos de Alain Peral, uno de los autores más característicos de Los Pitufos y que aunque se mimetice muy bien con el estilo de Peyo sabe aportar su toque característico. Con él estos seres son un poco más cartoon, más livianos y algo de plastilina, tienen una vida propia que les hace ser ligeramente diferentes a los de otros autores. Quizá con el tiempo haya un álbum hecho por completo a su estilo, con total libertad para qué elecciones visuales tomar y no dudo en que de ser así sería un gran disfrute.

De forma personal he de reconocer que no situé a este autor hasta el año 2018 en mi primer, y hasta la fecha único, viaje al Festival internacional del cómic de Angoulême. Fue pura casualidad, en un rato libre cuando había terminado el trabajo resultó que firmaba en una juguetería cercana, no había demasiada gente cuando pasé así que cogí un álbum de los que se vendían y salí con él firmado.

He de decir que además me ayudó a quitarme el purismo de encima dado que en ese momento solo me interesaban Los Pitufos originales, los que tuvieron la implicación de Peyo, y fue más por empeño del compañero con el que acudí que por otra cosa. Pero después cuando pude leer el tebeo (La amenaza pitufa, número 21 de Norma Editorial) eso cambió, vi que con o sin Peyo seguían siendo ellos, que ese purismo era una tontería y empecé a disfrutar de sus historias más allá de las clásicas.

Los Pitufos y Gargamel. Gargamel y Los Pitufos.

Los Pitufos son unos personajes estupendos y hay que reconocer que Peyo estuvo tocado por la mano de Dios cuando los creó. Jamás pensó, ni él ni nadie, que tendrían tanto éxito pero les pasaba un poco lo que a los G.I. Joe en su resurrección de los años 80: No tenían un villano. En el caso de los militares se solucionó con la creación del grupo Cobra y en el los duendes con Gargamel.

Es imposible entender a unos sin los otros y viceversa, se necesitan y están tan intrincados en su mitología que no pueden olvidarse. Pero siempre puede darse una vuelta de tuerca, un giro inesperado (aunque la idea de un Gargamel bondadoso no es nueva) y crear otra historia más con la que divertir y entretener. Y al final todo vuelve a su lugar para seguir viviendo nuevas aventuras de todo tipo.

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