Cuando el trailer de Westworld apareció en las pantallas dejó a todo el mundo sin aliento. La propuesta era atrayente, la realización impecable y dejó un listón muy alto que estaba por ver si cumpliría.
El estreno del primer piloto disipó esas dudas pero planteó otra, ¿sería la serie capaz de mantener el mismo nivel de calidad? La respuesta fue un rotundo sí, con algunos altibajos (es inevitable) pero con un total que es realmente digno de elogio.
Ahora la primera temporada ha terminado, se han llevado las tramas por sitios que nadie esperaba y tras aguantar la respiración durante la hora y media del capítulo final solo queda esperar hasta que llegue la nueva entrega de capítulos.
Y mientras eso sucede es un buen momento para reflexionar sobre los aciertos que ha tenido esta serie, las cinco claves que han hecho de esta serie de la HBO toda una visión obligada para cualquier amante de las ficciones televisivas.
1) Los actores
El listado de talentos con los que cuenta esta producción es envidiable, desde James Marsden a Evan Rachel Wood pero sin duda los que más llamaron la atención desde un principio fueron dos nombres en concreto: Ed Harris y Anthony Hopkins.
El primero de ellos como un misterioso hombre vestido de negro, un pistolera imparable que nos hace pensar rápidamente en Yul Brynner, y el segundo dando vida al Dr. Robert Ford, uno de los creadores originales del Westworld y un mad doctor en toda regla.
Hay que destacar también a Thandie Newton y a Jeffrey Wright, que para mí se ha convertido en lo mejor de la serie.
2) La ambientación
Una buena ambientación es esencial a la hora de lograr que el público entre en la trama, y debe decirse que esta cabecera ha cuidado todo al milímetro. No solo el aspecto de edificios y vaqueros, también los pequeños detalles en el vestuario de cada personaje y en los tics que hacen de ellos una realidad y no solo una imagen en nuestra pantalla.
Se unen dos mundos en uno, el ficticio de Westworld y el real de los creadores del mismo, cada uno con sus matices, luces y sombras, ambos unidos por las necesidades de la trama pero perfectamente separados visualmente dejando claro en todo momento dónde estamos.
3) Un buen guión
Pura artesanía. Eso es lo que ha sido.
Una flor que se ha ido abriendo poco a poco, de la que el espectador ha ido viendo todos sus pétalos pero no es hasta que se muestra en todo su esplendor que la imagen está completa, entonces es cuando todo cobra sentido.
El trabajo de sus creadores, Lisa Joy y Jonathan Nolan (hermano y colaborador de Christopher Nolan), junto con el resto del equipo es toda una muestra de saber hacer, de profesionalidad y de mimo para con el producto final. Se ha intentado crear una serie de calidad y el resto, el aplauso, ha venido solo.
4) Las referencias
Westworld fue una película de los años setenta que en España se tituló Almas de Metal, un filme que a pesar del tiempo pasado sigue siendo muy recomendable. Gozó de éxito y esto provocó una secuela cinematográfica, Mundo Futuro (Future World), y una serie televisiva, Beyond Westworld, que no tuvieron la misma acogida que el producto original.
En la actual Westworld se han basado en ese idea, pero llevándola a un lugar nuevo y no cayendo en el error de la nostalgia. Lo que sí se ha hecho es salpicar la narración con pequeños guiños y detalles, una frase aquí y un pistolero allá, que están colocados para que el sepa captarlos pero sin los que la producción funciona perfectamente.
Puede entenderse que no estamos más que ante una secuela directa del filme original, con el lógico paso de los años y una adaptación a los gustos actuales.
5) La duración
Uno de los mayores problemas que durante años han tenido las series televisivas ha sido el extenso número de episodios. Esto conllevaba que, sí o sí, había que hacer material que solo era de relleno y esto bajaba la calidad media de las producciones.
Ahora, en esta llamada edad de oro de las series, es cada vez más frecuente que se hagan temporadas de pocos capítulos, algo que a su vez permite trabajar mejor la historia al no tener que alargarla de forma absurda a través de materiales que lo único que hacen es quemar minutos.
Solo un decena de capítulos han sido necesarios para lograr que Westworld pase al Olimpo de las series.
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articulo muy acertado, estoy totalmente de acuerdo.