Frost, perrito de aventuras, disfrutando de una taza de chocolate. Ilustración de Doc Pastor.

Frost, perrito de aventuras, disfrutando de una taza de chocolate. Ilustración de Doc Pastor.

Sigue la historia de Frost, perrito de aventuras.

Ya vestido el perrito de aventuras sale de su dormitorio y se dirige al panel de mandos. Allí surge del suelo un sillón frente a un gran ventanal y esperándole estaba una taza de chocolate caliente recién hecha. Era una de sus bebidas preferidas, o la más preferida por encima de todas, Duque lo sabía y pensó que recién levantado le sentaría bien. Entraría en calor, le llenaría la panza y le daría energía. Además estaba horneando unas galletas de panceta y preparando un bocadillo de lomo y queso con bacon, así podría ir a la siguiente aventura sin problema.

Frost se sienta en el sillón de mando, da un sorbo a su taza y notando en calor del chocolate en la barriguita sonríe y pregunta – ¿Todo bien, Duque? ¿Ha pasado algo mientras estaba dormido?–

– Claro, todo bien. Ninguna novedad. Sigue disfrutando de tu chocolate– Dijo la Nave sin mostrar un solo tono de voz que hiciera pensar lo contrario. Y justo en ese momento una bandeja de galletas de panceta apareció al lado del perrito.

Pero Frost conocía bien a su nave, hacía mucho que estaban juntos y supo que no era cierto – Duque, está muy mal mentir a los amigos – dijo cogiendo una galleta. Dio un mordisco, dos, tres, se la terminó. Cogió otra. Y otra más. Sin decir nada. Solo esperó, sabía que la nave terminaría confesando.

– Puede ser que… – Empezó a decir.

– ¿Sí? ¿Qué puede ser que…? – ayudó Frost.

– Puede ser que… haya habido varias llamadas. Muchas – se oyó un pequeño crujido metálico que bien podía ser una tos mal disimulada – Más exacto sería decir que el teléfono no ha parado de sonar. Los Cadetes Espaciales han intentado contactar contigo casi desde que llegaste y parece que hay un planeta que se está extinguiendo –

Frost se quedó con los ojos abiertos de par en par y lo mismo la boca, que ya estaba abierta a punto de comer una quinta galleta de panceta (en elipsis se ha comido una cuarta). Se comió la quinta galleta, masticó despacio, tragó y entonces dio un laaaaaarrrrrrggggggoooooo sorbo a su taza de chocolate ahora algo menos caliente. Tan largo que se la terminó.

– Vale, no pasa nada – se relamió para quitarse los berretes manchados. – Llama a los Cadetes Espaciales, que me pasen directamente con el superior al mando – En ese momento no pudo evitar recordar a Dexter, que dejó el cuerpo, y al capitán Loki, que seguía desaparecido.

El ventanal que tenía delante crepitó y emitió una imagen. Allí estaba Alicia, o Ali como la llamaban generalmente, la nueva capitana del cuerpo. Era una gata de pelaje blanco y ademanes un poco bruscos, era ella la que les había mandado, a él y a Gato, a la última misión. Intentaba que los Cadetes Espaciales fueran una fuerza más activa, lo que no gustaba a todo el mundo. Ahora mismo tampoco gustaba a Frost, ya que todavía le dolían los golpes que había recibido. Pero cuando la aventura llama nadie puede decir que no.

Capítulo 3º, 3ª parte: La alarma incesante. Esta historia continuará…

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