Un pie gigante en Frost, perrito de aventuras

Un pie gigante en Frost, perrito de aventuras

Sigue la historia de Frost, perrito de aventuras.

– ¡Soy el mejor! ¡Nadie vence a Frost, perrito de aventuras! ¡He encontrado a los gigantes! – dijo al aire mientras seguía bailando.

Hasta que, en ese momento, se doy cuenta de algo muy importante. Paró en seco sus bailes y dijo -He encontrado a los gigantes-.

Miró hacia arriba. Más hacia arriba. Un poco más. Ya casi estamos. Sigue mirando. Un pelín más. Ya. Ahora sí.

Por una vez, y esto no suele ser nada habitual en el intrépido explorador, se quedó sin palabras. Solo atinó a decir – Uh…-

Los dos gigantes eran muy parecidos a los humanos solo que en tamaño enorme, no tanto como un Godzilla pero sí como un edificio de varios pisos. De ahí que necesitaran tanta agua y comida para el día a día, aunque seguramente a ellos no se lo parecía. La escala es la escala y esta es siempre relativa.

Uno de los gigantes, el que parecía tener más edad, tenía una gran nariz algo bulbosa, una frondosa barba negra en la que había varios pájaros viviendo y una mata de pelo que salía por entre los desabrochados botones de la camisa. Este, alertado por los gritos, miró hacia abajo.

Ahí estaba Frost, perrito de aventuras, diciendo en voz todavía más alta (como si intentara llamar su atención) – ¡HE ENCONTRADO A LOS GIGANTES!- Entonces uno de ellos, el que se acaba de describir, se inclina y coge a Frost con su enorme mano llena de callos, lo lleva hasta sus ojos de color hierba y lo mira atentamente, mientras el pequeño can intenta, sin éxito, zafarse.

– Mira, hermano, una pulguita que habla y va vestida- dice mientras acerca la mano a su hermano. Este se parece a él, de hecho son prácticamente iguales, solo que sus cabellos son rojos como el fuego y tiene el rostro surcado de pecas. Y la nariz menos bulbosa, todo sea dicho. En ese mismo instante a Frost se le acaba la paciencia, se mosquea y dice -Nadie me llama pulga… ¡NADIE!-

Rápidamente saca de su funda el puñal que llevaba consigo enganchado a la cintura y le pincha en uno de los dedos de su mano llena de callos. El gigante grita de sorpresa y dolor, soltando al explorador a su suerte. Es decir, dejando que caiga hasta el suelo desde lo alto que son ellos.

Mientras vuela por el aire Frost, perrito de aventuras, dice -Quizá esta no haya sido mi mejor idea- y desearía tener todavía las alas con las que planeó para aterrizar en el planeta. Por suerte las telas de su traje son fuertes y flexibles, las coge con fuerza cerrando los puños y gracias a eso logra planear y salir indemnte. Cae hasta la arena del desierto y rueda por el suelo, parte de las ropas se rompen y se rasgan pero no parece importarle. Se sujeta sobre una rodilla, apoya una de sus manos en la arena mientras en la otra sostiene el cuchillo.

Sonríe de forma pícara y dice – Ahora sí, ahora empieza la aventura-

Fin de la segunda parte del capítulo 7, Al encuentro de los gigantes.

Únete a nuestro canal de WhatsApp (totalmente anónimo, nadie verá tu nombre o tu número) y no te pierdas ningún contenido. ¡Súmate pinchando aquí!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *