Un año más he tenido la suerte de acudir a la Feria del Libro de Madrid en calidad de autor. Es, creo, el cuarto año que lo hago y una vez más este evento madrileño ha sido una experiencia fantástica en la que cualquiera tiene cabida, los obras literarias están por todas partes, los lectores tienen la posibilidad de conocer a sus autores favoritos y viceversa, los escritores podemos charlar con aquellos que están al otro lado.
Eso es sin duda lo mejor de la Feria del Libro de Madrid, y de cualquier acto de este tipo, el poder por unas horas dejar de lado la máquina de escribir (es un decir) para salir de la cueva, respirar un poco de aire puro y disfrutar de un merecido rato de conversación con los lectores.
A veces hay una o dos sorpresas. No, no es cierto. Siempre las hay. En cada evento al que uno acude sucede algo que eclipsa a lo demás, ese recuerdo que te hará sonreír. En la pasada edición de Celsius fue poder conocer a Robert Shearman, guionista de Doctor Who y en esta Feria del Libro fue el pequeño y adorable pequeño que aparece en la foto de debajo.
Un niño encantador y adorable, que tenía muy claro qué libro quería, y que por unos minutos hizo que una sonrisa no desapareciera de mi rostro 🙂 No fue el único claro, padres con hijos a los que les han pasado el vicio por leer, amigos que han aficionado a otros a una serie, novios que han hecho caso de los consejos de su pareja y se han lanzado a las fauces de tal o cual producto…
No estamos solos, es lo mejor. Sí, puede ser que por desgracia en este país haya mucha gente que no consume apenas nada cultural, pero estando allí te das cuenta de lo numerosa que es la otra parte. Escritores, lectores, editores, críticos, periodistas, curiosos, mayores, pequeños, chicos, chicas… Da igual, las letras no diferencian a nadie y están ahí para todos nosotros.
Es, sencillamente, maravilloso.
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