El traje nuevo de Superman

El traje nuevo de Superman

Quejas vacías y salas llenas. Ironía fina.

No falla. Se muestra el traje nuevo de Superman en el cine (del que se ha hablado en este medio) y más rápidos que la pólvora empiezan los comentarios de odio, memes y los gritos sobre el horror que se viene, la terrible elección de actor y bla, bla bla… Una y otra vez es la misma historia, no es algo nuevo, no es interesante, no tiene ningún fundamento y es más bien todo cansino hasta la saciedad.

Ya pasó con Michael Keaton

Esto pasó con Michael Keaton cuando se anunció que sería Batman y lo mismo con cualquiera de sus sucesores en el papel. Lo mismo con Henry Cavill para ser Superman, claro. Suele ser así, por algún motivo el mundo del cómic de superhéroes en las redes sociales (o en las cartas a la productora en la época de Keaton) parece pivotar de forma constante entre la queja y la amargura, algo terrible cuando por lo general lo que dan esas viñetas son historias divertidas, llenas de emoción y héroes que acompañan desde hace décadas.

No, esto no es cierto. Más bien es cierto solo en un sector minoritario y específico y no tanto entre todos los demás, igual que cuando se dice “Los fans de Star Wars” cuando se quiere decir “Algunos fans de Star Wars que están muy aburridos en X” (y es que fans de Star Wars somos muchos). Pero la queja es gratis y ahí está, siempre pasa, una y otra y otra vez. Pasa para no significar nada y no lo significa dado que en un gran número de ocasiones estos personajes siguen adelante sin problema, las adaptaciones recaudan millones y el merchandising llena las tiendas desde Fnac al Carrefour. Hay excepciones, siempre las hay, pero son las menos.

Michael Keaton vestido de Batman con Bob Kane, creador el personaje
Michael Keaton vestido de Batman con Bob Kane, creador el personaje

También pasó con Ben Affleck

Es curioso, y llamativo, ver además a ciertas personas odiando productos antes de que se sepa nada de ellos. Con el nuevo Universo DC de cine sucedió así. Solo se dijo que se iba a hacer y antes de que hubiera un solo anuncio oficial sobre qué películas, series y proyectos se iban a poner en marcha más de uno saltó a la yugular. Es decir, corrió a la red social de turno para mostrar con rapidez lo enfadado que estaba, el que llega primero gana, y lo mal que le parecía todo, el más polarizado es el rey.

Que una cosa es mostrar tus dudas ante una u otra elección de casting y otra caer en la espiral de posicionarse como el quejumbroso guardián de algo que en realidad no te pertenece. Por ejemplo, cuando se supo que Ben Affleck sería Batman más de uno se mostró disgustado, claro que luego tú recomendabas que vieran Hollywoodland (donde dio vida a George Reeves, mítico Superman de los 50) y ahí la opinión cambiaba. Pocos años después pasó lo mismo con Robert Pattinson y es que la memoria en ocasiones brilla por su ausencia, y es que no siempre se aprende. En ambos casos fue por lo mismo, prejuicios contra filmes en los que habían estado uno y otro (Affleck comedias románticas y Pattison en la saga Crepúsculo) y no por el desempeño interpretativo de ellos en las mismas (y en el caso de Keaton por Las locas peripecias de un señor mamá).

Quejarse es gratis

Hace mucho tiempo cuando se estrenó en cines la primera parte de la trilogía de El hobbit recuerdo que un conocido se quejó de la misma, creo que fue en Facebook, y atacó la segunda que ni estaba en cines. Le dije que podía no ir a ver la siguiente, que no estaba obligado y su respuesta fue un “¿Cómo no voy a ir?”. Muy fácil, no yendo. Si un producto no te llama, no te gusta, no te resulta atractivo puedes no consumirlo. Igual que si no te gusta la comida china no acudes a un restaurante chino y si no te gusta correr no te apuntas a una maratón.

Pero esto es igual que el traje del emperador o más bien su no traje. Cuando salió a las calles de la ciudad para que todos vieran sus hermosas telas en realidad todos estaban viendo al señor en cuestión en cueros, una verdad muy evidente que estaba ahí pero que nadie se atrevía a verbalizar hasta que una niña lo hizo. La situación es parecida, todos sabemos que estas quejas son insustanciales, que no tienen fondo alguno y que cuando llegue el momento del estreno de esta nueva aventura de Superman en la gran pantalla miles y miles de espectadores acudirán a verla, la consumirán luego en la plataforma pertinente y eso sin meternos en la cantidad de muñecos, camisetas y merchandising vario que se venderá. Y la queja es gratis, pero la entrada, la suscripción, la figura, la ropa y el resto de mercadotecnia con la S de Superman no lo es.

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