Me despierto y tengo en el móvil un mensaje de un amigo. Solo (solo) dos palabras.
<<¿Es verdad?>>
Y una carita triste.
No hace falta nada más, sé perfectamente de qué habla. Sé de quién habla.
De Sir Roger Moore.
El Santo, James Bond y otra larga lista de papeles que se extienden hasta casi el infinito, muestra de una carrera que siguió en activo prácticamente hasta final. Y es que el amor que el público sentía por él solo era comparable al que él sentía por el público.
Será recordado por muchas cosas. Por su buen gusto al vestir, por sus actividades humanitarias, por muchas de sus actuaciones, pero sin duda la que más titulares abrirá será la de James Bond. No en vano fue el tercer actor en encarnarlo (tras Sean Connery y George Lazenby) y el que más tiempo lo hizo.
No me entretendré en ello. Lo hice durante páginas en el libro 007, James Bond: de espía a icono y debo reconocer que el apartado que dediqué a él fue el que más disfrute. Siempre fue mi 007, desde que soy pequeño era (y será) mi favorito como el famoso espía británico.
Ahora se ha marchado. El sueño de ver a todos los actores juntos en alguna actuación es ya imposible y quizá sea mejor así, que siga siendo solo un sueño para hacernos sonreír igual que Roger Moore siempre logró con esa fantástica vena cómica.
<<I’m sorry to say that no, I do not play the piano>>
Roger Moore
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