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¿Quién caza al cazador?

El relato El juego más peligroso de 1924 presenta a un cazador que se convierte en presa de un aristócrata cosaco, que bien puede ser considerado como uno de los primeros grandes villanos del cine tras su adaptación a película en 1932 en El malvado Zaroff.

El tema del hombre dando caza al hombre es siempre espinoso y atractivo, quizá por el afán que en ocasiones muestra la humanidad de auto destruirse, puede que como proceso de reafirmación como en La última cacería de Kraven (sobre la que J.M. DeMatteis habla aquí), o sencillamente es que es una fruta prohibida que bien sabemos que no debemos tocar pero en lo más oscuro y secreto de nuestra alma pensamos con vergüenza “¿Y si…?”

Son muchos lo motivos por los que esta historia atrae y en El cazador de Nuevo Nueve Editorial, Joe Sparrow intenta dar un profundo paseo por la mente de uno de estos temibles cazadores. Uno más de esa larga lista de la ficción de personajes que quieren ser “el mayor cazador De todos” y vencer a todos los animales que ha creado Dios, y por supuesto el que diseñó a su imagen y semejanza no puede faltar.

Pero dejando de lado la base y premisa bien conocida, el valor de este breve volumen es precisamente ese trabajo psicológico en el que el autor intenta hacer ver que es lo que puede hacer mover las manecillas internas de una mente así. Una mente que puede estar trastornada, al menos desde cierto punto de vista, pero que por otro lado roza la genialidad al punto de ser excéntrica como no podía ser de otra forma.

La deshumanización es mayor gracias a la elección de un arte que se base en el popular pixel art, evocando a viejos cómics como Iron Man: Crash de 1994 y Batman: Justicia digital de 1990, y que hoy se nos muestra como anacrónico y casi sin sentido. Justo lo adecuado para este viaje a la parte más oscura del alma humana.

Con una narración sencilla, rápida y sin adornos, Joe Sparrow firma una fábula oscura de pesadillas prohibidas que corren el riesgo de ser una realidad.

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