Recuerdo perfectamente el día que murió David Bowie.
Me desperté y fui a la cocina a preparar café.
Antes de sentarme a trabajar miré noticias.
Y ahí estaba.
Se había ido.
David Bowie había muerto.
Entonces dejé la taza en mi escritorio, fui a la cama y le dije a mi pareja que todavía dormía las siguientes palabras: Se ha muerto David Bowie. Y empecé a llorar, y allí estuve un buen rato, mientras me abrazaban y me consolaban. El café seguía en la mesa, enfriándose.
Sé que no fui el único al que le pasó, otros muchos de sus seguidores también rompieron en lágrimas. Algunos no lo entienden, ¿cómo puedes sufrir tanto por alguien al que ni siquiera conociste? Es complicado explicarlo, pero cuando un referente, un ídolo, alguien que ha estado siempre ahí se va, sencillamente algo se rompe dentro de ti.
David Bowie fue un artista multidisciplinar, un genio de la música, un rey duende, un extraterrestre, un hombre, un…
Y la lista seguiría. Es muy difícil, o más bien imposible clasificarle a él o a su trayectoria, posiblemente por eso en Bowie: Polvo de estrellas, pistolas de rayos y fantasías de la era espacial no se ha intentado hacerlo. Sencillamente no tendría sentido.
Nada más lejos. Lo que Steve Horton, Michael Allred y Laura Allred han conformado es una carta de amor, un muy sentido homenaje lleno de respeto, cariño y una palpable admiración que está presente a lo largo de todas las páginas y en cada una de las viñetas del tomo. Algo que no pillará de nuevas a los seguidores del dibujante, ya que en Red Rocket 7 narró la historia del rock usando como guía a un clon de otro mundo con el pelo rojo…
Ahora deja atrás al clon y puede tratar directamente con el original, en un viaje vital lleno de esperanza y giros, como lo fue la propia vida de Bowie, en el que el lector podrá caminar de la mano de uno de los grandes genios de la música de las últimas décadas. Conocer quién y cómo era, su gran creatividad sin control, con quiénes empezó su carrera, qué le influyó y qué le hizo ser un ídolo de masas.
Una novela gráfica que se centra en su periplo hasta convertirse en Ziggy Stardust, el extraterreste que se fundió por completo con su personalidad al punto de que llegó a haber gente convencida de que en realidad no era de este planeta. Su auge, caída, separación de sus Arañas de Marte (literalmente, el disco fue The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars) y su renacimiento como algo completamente distinto. Así una y otra y otra vez, pues tales eran las capacidades camaleónicas del artista.
Todo a través de las imágenes creadas por Michael Allred, que son pura poesía. Pasa de lo formal a lo abstracto en un momento, creando ensoñaciones de delirio pop llenas de guiños y detalles para el que sea observador, mezclando al músico con su alter ego sin hacer diferencias reales entre ambos. Jugando durante todas las páginas con la percepción que de él tenían los demás, el público y él mismo, ¿acaso eran Ziggy y Bowie dos personas? ¿Una? ¿Intercambiaron lugares?
Este cómic es una lectura que todo fan de este genio debería tener.
En realidad, el único problema que tiene Bowie: Polvo de estrellas, pistolas de rayos y fantasías de la era espacial es que no ha sido el propio músico el que lo ha creado. Y es que una buena biografía de David Bowie solo podría estar escrita y hecha por el propio David Bowie.
Ahora, poned la música, subid el volumen, leed este cómic, cerrad los ojos, soñad con lugares imposibles y con un extraterrestre de pelo rojo.