Antonio Esquivias, al que podéis seguir en su Instagram, es uno de los grandes nombres del doblaje en este país. Un actor con varias décadas de experiencia a sus espaldas que ha trabajado en cine, videojuegos, locución y que sin duda es bien conocido por ser la voz de Frasier y el actor secundario Bob, ambos interpretados por Kelsey Grammer.
(Debido a lo extenso de esta entrevista se ha dividido en tres partes para facilitar su lectura. Esta es la tercera y última de ellas. Puedes leer aquí la primera y la segunda).
Vamos un segundo de nuevo al pasado, en los años 90 estuviste en la serie de dibujos de Spiderman, ¿cómo surgió?
Nada, nada, no hay nada mucho que explicar sobre esto. Esto llegó a un estudio de Madrid y me eligieron para el Venom. Yo creo que lo llevó Lucía Esteban, aquella compañera y maravillosa directora, y me eligió, me dio ese papel y no hay nada más que explicar. Llega una cosa, un compañero te ve en un papel y te lo da, pues como me pasó con el Skeletor el año pasado, de He-Man.
Es verdad, es verdad. Que también lo doblaste.
Claro, te eligen porque te eligen y porque les gustas en ese papel y ya está. No tiene más explicación.
O sea, podríamos decir que han sido, este en concreto y otros, papeles más alimenticios.
Sí, digamos, más alimenticios. Más de lo mismo porque me paso la vida haciendo malos, esto no es noticia, no llama la atención que yo haga un malo, no llama la atención. Y entonces, pues en la cabeza del director que le ha tocado verlo, pues no hay nada más, “Vamos a poner al Esquivias haciendo el Skeletor que le va a quedar bien”. Y efectivamente, no es que me guste hacer malos, pero me encuentro en una zona de confort que es que me salen los tonos… Afirmativas, desiderativas, exclamativas, la interrogativa, esta va a ser diferente, esta va a ser…
¿Dirías que es por experiencia o por instinto?
Es muy buena pregunta. Es experiencia de tantos años de hacer como llaman villanos y canallas. El instinto ya forma parte de una vida particular que sí he tenido personas de ese tipo de forma de ser a mi alrededor, lo que pasa es que la gente mala de verdad no habla así. Sobre todo los que son inteligentes, claro. Porque ojalá, nos daríamos cuenta enseguida. Pero sí, es por experiencia de toda la vida haciendo…
Yo tenía otra voz, entonces cuando a mí me baja la voz, me cambia la voz una segunda vez, que esto no lo ocurre a nadie, nada más que a mí, y que nunca se supo el porqué, se potenciaron los graves. Y al potenciarse los graves fue cuando ya me empezaron a dar ya no solo señores mayores, sino que veían a Esquivias como el malo siempre de la película perfecto. Y yo creo que también no solo es el tono de voz, es mi forma de decir las cosas lo que marcan eso. No es la voz, es la forma que cada uno tiene de decir lo que marca eso.
¿Qué diferencia hay entre doblar un villano y al héroe?
Al villano se le puede sacar mucho partido. El villano te lo tomas más con resignación porque sabes que o te matan o te mueres. Y el héroe suele ser más tranquilo. Necesita siempre el héroe menos respiración casi siempre que el villano porque el villano lo que suele hacer es chillar. Es curioso, los villanos que son sibilinos y no chillan son muy cómodos de hacer. Y esa es la diferencia que veo.
¿Qué disfrutas más? ¿Qué tipo de personaje disfrutas más haciendo?
Lo cómico a mí me gusta mucho. Yo hice un personaje, me acuerdo hace años, en la serie Santa Bárbara que era un cómico. Y luego los galanes, también frikis en plan cómico. Bueno, yo con el Batman en gallego… es que nos daban ataques de risa, a Víctor Mosqueira y a mí. Víctor Mosqueira que hacía a Robin. es un compañero que yo añoro, ¿sabes? Era maravilloso. Compañero, claro, de La Coruña también y que Víctor luego con UPA Dance vino a rodar a Madrid. Es un gran actor y ya perdí el contacto y no sé qué será de él. Cómo me gustaría volver a contactar.
Y nos daban a Víctor y a mí ataques, pero ataques de no poder hablar durante mucho tiempo. Ataques de… “Bueno, Esquivias que…”, “Es que yo no puedo ni hablar.”, “Nos vamos a tomar un café o algo y volvemos. Porque aquí… Ya me contarás. Es que yo no puedo, ¿eh?”. Decía… Fueron unos años grandiosos de trabajo, que todo lo recuerdo como si fuera ayer. Hay cosas de profesión que he olvidado, títulos, pero hay cosas de anécdotas y… que me acuerdo como si fueran ayer.
¿Cuál es la anécdota más divertida que tienes? ¿O la que más te ha marcado?
Pues esto, por ejemplo, de hacer el Batman con Víctor. O… Anécdotas curiosas de que me salen para ir a felicitar un cumpleaños a un niño de Córdoba que me lo dice su tío. “Yo le pago lo que sea, es que mi sobrino está enamorado de su voz y le podría venir a felicitar”. Y yo cogerme un Ave de Madrid para felicitar al niño. Y este señor me pagó el Ave, el hotel… Me pagó todo para que yo felicitara al sobrino. Esto es gratificante que te pase, pero, claro, también lo cuento como anécdota de cosas así. De cosas que me pasan.
Ya que es una anécdota bonita terminemos con algo bonito, ¿cómo te sientes al forma parte de la vida de varias generaciones?
Lo veo muy bien y lo digo a mis alumnos, y se lo digo cuando me ven en convenciones. “Ay, es que es usted la voz de mi infancia.”, y claro, me encuentro a un niño de 19 años que me lo dice. Digo, de tu infancia y la de ese y la de aquella y tal… Claro, son varias generaciones. No es lo mismo la infancia del chico o chica de Barrio Sésamo del Coco, que tendrá ahora 50 años, que la infancia de Expediente X que es otra época, o la infancia de la tortuga ninja cuando la hice que es otra época. O la infancia de La fuga de Colditz, La fuga de Logan, Misterio para tres, Dinastía, Falcon Crest… Yo en todo eso estoy y cada una en una época. Entonces, efectivamente, lo que dices, sí que es gratificante pertenecer a muchas generaciones.
Muchas gracias por tu tiempo, Antonio, y por tu trabajo.
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Qué bonito todo, sobre todo lo del niño de Córdoba. Cuando a mí me felicitó por mi cumpleaños hace años dije «quién me iba a decir hace unos 30 años que me iba a felicitar la voz de mi Tortuga Ninja favorita?» Jajajaja este hombre es el mejor.
Tantos años de profesión dan para mucho, esa es una anécdota preciosa.
Sí jajajaja