Antes de empezar la proyección de Spider-Man: Lejos de casa pude oír como uno de los asistentes comentataba con otros dos si “¿Hay algo más tonto que Spiderman? ¿Hay algo más tonto que los superhéroes?”. Opiniones hay para todos los gustos, pero siempre hay que esperarse a ver el filme en cuestión para poder tenerla y más cuando se trata de una saga millonaria que ha logrado encandilar a público y crítica.
La historia conformada por Marvel Studios sigue su curso en este título, pero aquí con un cierto sabor de cierre que viene heredado por Vengadores: Endgame y un claro afán de poner al héroe arácnido en el centro de todo como relevo de Iron Man. Pero las botas de hierro son muy grandes y no todo el mundo puede calzarlas, y si bien Tom Holland es buen actor (aunque no tanto como otros intérpretes del mismo personaje) no llega a tener el carisma de Robert Downey Jr. y está muy lejos de lograr esa mímesis perfecta que él tenía con su héroe.
Dicho esto hay que reconocer que Spider-Man: Lejos de casa cumple con lo esperado a estas alturas por una película de esta larga saga: un metraje entretenido (que en alguna ocasión peca de hacerse largo), una buena dosis de comedia, escenas de acción bien trabajadas y el ir incorporando a sus filas conocidos rostros de la gran pantalla como es el caso de Jake Gyllenhaal.
Este intérprete tiene a su espaldas conocidos títulos como Brokeback Mountain o Donnie Darko, pasando a interpretar aquí a Mysterio brindando una estupenda actuación. Este e uno de los más clásicos antagonistas de Spidey, que se presenta de una forma diferente a la de las viñetas para encajar mejor en el universo de Marvel Studios, pero manteniendo esa esencia de maestro de las ilusiones en un momento en el que la tecnología cinematográfica puede crear auténticas maravillas visuales.
Repiten en sus papeles habituales Marisa Tomei y Jon Favreu, que hace totalmente de nexo entre Tony Stark y Peter Parker, junto con Angourie Rice, Jacob Batalon y Zendaya como los amigos y compañeros del muchacho. Esta última además como el interés romántico del protagonista, con una relación sencilla y real en la que ambos personajes (M.J. y Peter) se muestran como lo que son: dos críos descubriendo su primer amor, con todo lo bello y las torpezas que eso conlleva.
Esta producción no es tan redonda como su predecesora y tiene pocas sorpresas para el habitual espectador de Marvel Studios, lo que es bueno y malo ya que el público sabe perfectamente qué va a ver pero también que por el momento no parece que vaya a haber nada nuevo bajo el sol.
Dicho esto, hay que tener en cuenta que es un estreno veraniego, claramente dirigido al público juvenil (y familiar), con el que pasar una buena tarde de calor alejado del mundanal ruido. Y lo logra, lo que es decir mucho en un momento en el que cada vez es más difícil hacerlo por la gran cantidad de material que llega a las pantallas (sean de cine, en casa, móviles…).
Spider-Man: Lejos de casa no es la mejor película que se ha hecho sobre el Hombre Araña, pero tampoco lo pretende, es el cierre de lo que hasta ahora ha sido Marvel Studios y a la vez la puerta de entrada a lo que está por venir.
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