Lee Israel fue una autora que llegó a estar entre la lista de los libros mas vendidos del New York Times, fue gracias a su biografía de Dorothy Kilgallen. Pero no es esto lo que más se recuerda de ella, o mas bien no es lo más interesante.
En realidad habría que hablar sobre su carrera criminal. A principios de los años noventa, con su vida como escritora habiendo llegado a un dique seco, comenzó a falsificar cartas de personajes de importancia de la cultura y más tarde incluso a robar auténticas de archivos dando el cambiazo por las suyas.
Más allá de la idea romántica de los delincuentes, o de los políticos en nuestro país, era cuestión de tiempo que el FBI fuera a por Lee Israel y se saldo la situación con seis meses de arresto domiciliario, un lustro de libertad condicional, y años más tarde sus propias memorias sobre qué sucedió, un libro que tuvo una buena acogida.
Justo es esta historia la que recoge la directora Marielle Heller, juntos los guionistas Jeff Whitty y Nicole Holofcener. Su trabajo logra trasladar con éxito al espectador la vida de esta escritora y los avatares que sufrió, es realmente sencillo empatizar con ella y sus decisiones, ya que en realidad todos hemos sufrido aprietos que no han hecho plantearnos caminos que (por suerte o no) jamás llegamos a tomar.
Para esto se sirven de las dotes interpretativas de Melissa McCarthy como Lee Israel, una actriz que lleva varios años subiendo como la espuma y a la que muchos ya seguíamos desde Las chicas Gilmore, serie en la que interpretaba a Sookie St. James. Su perfil ha estado centrado principalmente en la comedia, y si bien ¿Podrás perdonarme algún día? tiene sus momentos de humor (negro), hay que decir que su registro aquí cambia hacia un corte mas dramático en el que también logra moverse de manera muy saludable.
Como secundario de lujo está Richard. E Grant, un actor que resultará muy familiar a los lectores del libro Doctor Who: el loco de la cabina, ya que en la conocida producción británica interpretó al Doctor Simeon/La Gran Inteligencia. Lleva desde los años ochenta en activo, con participaciones en una gran cantidad de títulos. Aquí da vida a Jack Hock, quien por se tornará en el único amigo de la protagonista y en lo mejor de todo el metraje.
Desde que aparece en escena se come la pantalla, con un personaje al que parece haber nacido para interpretar y al que logra llenar de matices tras una actitud hedonista y sarcástica de la vida. Si bien también hay que decir que sus escenas no son demasiadas, en ocasiones desapareciendo de la trama casi sin explicación, y que de llegar al mercado doméstico una edición extendida hay que ir rezando para que recuperen más de lo que se ve en la gran pantalla.
Debe mencionarse también que aunque el filme es disfrutable, en gran medida gracias a estos dos actores y a la historia real en que se basa (la realidad siempre supera a la ficción), también peca en ocasiones de una falta de ritmo que llega a hacer que las dos horas escasas que dura puedan hacerse largas. Lógicamente una trama como la narrada precisa su tiempo para desarrollarse, al igual que los personajes para cobrar vida, pero con algo mas de ingenio estaríamos hablando de un titulo que habría llegado a un ocho alto, quizá un nueve, y que se queda en siete raspado (lo que no es nada desdeñable).
¿Podrás perdonarme algún día? es un puro disfrute interpretativo, en el que Melissa McCarthy da la mejor actuación de su vida y Richard E. Grant está igual que siempre, soberbio.
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