Cartel de Nosferatu. Créditos: Universal Studios
A finales del año pasado, concretamente el día de navidad, llegó a los cines de nuestro país el remake de la centenaria cinta de F.W. Murnau, madre de la fantasía y el terror cinematográficos. Nosferatu significó un punto de inflexión en el séptimo arte y gracias a su preservación hoy día podemos disfrutar de este clásico.
El regreso del vampiro
Robert Eggers, director de El Faro, de 2019 (protagonizada por Robert Pattinson) y La bruja, de 2015 (protagonizada por Anya Taylor-Joy) dirige esta reinterpretación moderna del clásico de 1922 con una perspectiva cinematográfica más actual. Recupera a los personajes principales de la original como el Conde Orlok, Thomas Hutter y su esposa Ellen o el profesor Sievers.
La película sigue el relato de la original: Thomas Hutter es un agente inmobiliario que trabaja para el gabinete de Herr Knock, quien le envía a Transilvania para cerrar un acuerdo de compra de una vieja casa en Wilborg con el misterioso conde Orlok. Sin que Hutter lo sepa, todo se trata de un plan tramado por Orlok y con la colaboración de Knock, quien ha caído en su hechizo.
Entre el clásico y la novedad
Francis Ford Coppola marcó un antes y un después en el género vampírico con su Drácula de Bram Stoker de 1992, dotando a la criatura de un estilo alejado del clásico e infinitamente imitado traje y capa. Su influencia perdura hoy día, y se puede apreciar también en esta producción. Irónicamente (o cerrando así un círculo), Coppola se inspiró mucho en la Nosferatu original para crear su nueva estética.
El uso de las sombras, en homenaje a la película original, es excelente. Corría el riesgo de abusar en exceso de usarlas en exceso en una época en la que se han dejado atrás ese tipo de técnicas. Sin embargo, Eggers ha logrado un buen equilibrio entre el homenaje y una versión nueva.
La peste y otras enfermedades mortales han llevado a la humanidad a la creencia de mitos y leyendas sobre criaturas demoníacas haciendo de las suyas, y esta película usa este recurso para seguir la trama hasta Wisborg. Sin embargo, y quizás sea solo una apreciación personal, el seguimiento de esta plaga en la población queda en un absoluto tercer plano, hasta el punto de quedar encapsulado en unos escasos segundos de metraje y unos pocos diálogos en el hospital.
Luces y sombras
¿Las pegas? Por mi parte dos cosas. La primera, más subjetiva, es que quizás no acabe de gustar a los amantes de la original. Presenta una nueva estética más moderna y adaptada al mundo cinematográfico contemporáneo, alejado del expresionismo alemán y sus estrafalarias formas. La segunda, más objetiva, es que presenta una historia contada ya cientos de veces. Desde la original Nosferatu de 1922, pasando por la versión de Coppola de 1994 y otras muchas que se han hecho hasta el día de hoy (incluyendo parodias como Drácula: un muerto muy contento y feliz de Mel Brooks), el relato del vampiro de Bram Stoker ha tenido ya innumerables versiones y no aporta nada nuevo.
Como decíamos, la nueva estética moderna es el punto de interés que tiene la cinta. Un nuevo Orlok con un nuevo aspecto, interpretado por un escalofriante Bill Skarsgård que cumple con su papel a la perfección. La presencia del conde es aterradora, misteriosa y dramática a cada escena en la que aparece, y hasta el final de la película no se aprecia el aspecto del vampiro en su totalidad.
Destacamos también la presencia de Willem Dafoe en su segunda aparición en una película sobre Nosferatu, siendo la primera La sombra del vampiro en el año 2000, en la que interpretó a Max Schreck, el actor que dio vida a Orlok. Esta vez, se pone en la piel del profesor Von Franz, una eminencia en el campo de la salud y lo paranormal. Un personaje a caballo entre la locura y la cordura que le cabe como anillo al dedo a Dafoe.
Un sí a la nueva versión
Un Nosferatu que Murnau probablemente firmaría si la hubiera estrenado en 2024. Captura la esencia de la clásica con su estilo gótico y sus juegos de sombras, y se aleja del expresionismo de principios del siglo XX para probar técnicas más modernas.
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Crítico de cine de largo recorrido, además de amante del terror clásico y el mundo de LEGO. Es profesor Pokémon y ha sido juez del juego de cartas de la franquicia en torneos oficiales a lo largo y ancho del mundo. Es graduado en traducción y ha sido el intérprete de nombres como Julian Glover y Paul Blake, General Veers y Greedo de Star Wars. ISNI 0000 0005 1808 8642