Portada de ¡Masacre, masacre!. Créditos: Editorial Cascaborra.

Portada de ¡Masacre, masacre!. Créditos: Editorial Cascaborra.

Nuestra opinión sobre ¡Masacre, masacre!, la adaptación de la novela A sangre y fuego, publicado por Editorial Cascaborra.

Es la segunda vez que me acerco a la Editorial Cascaborra y, de nuevo, un título llama mi atención, esta vez con una nueva propuesta enmarcada históricamente en la Guerra Civil. Hablamos de la obra ¡Masacre, masacre!

Esta vez se da el caso de poder conocer el título en el que se basa la obra. Se trata de la adaptación del primer cuento de la novela de Manuel Chaves Nogales: A sangre y fuego. Para quien no conozca esta obra, el escritor nos sumerge en nueve relatos ambientados en la Guerra Civil española, de la que el autor fue testigo de primera mano.

Viñeta de ¡Masacre, masacre!. Créditos: Editorial Cascaborra.
Viñeta de ¡Masacre, masacre!. Créditos: Editorial Cascaborra.

La novela se cuenta como una de las mejores obras ambientadas en esa época y un testimonio fidedigno de la misma, ya que el autor siempre afirmó que las historias de las novelas están basadas en hechos reales.

Un escritor que siempre se consideró parte de la «Tercera España», marcando distancias con los dos bandos que se mataban entre sí. Como se puede ver, el material del que se parte es de gran fuerza y honestidad.

Viñeta de ¡Masacre, masacre!. Créditos: Editorial Cascaborra.
Viñeta de ¡Masacre, masacre!. Créditos: Editorial Cascaborra.

¡Masacre, masacre!: ¿Está la adaptación a la altura del origen?

Hay que reconocer la buena estrategia con esta obra: intentar adaptar una obra tan compleja y llena de matices como A sangre y fuego daría lugar a un volumen de grandes dimensiones.

Es un acierto haber tomado uno solo de los relatos para darle la importancia que merece y no repartir esfuerzos entre varios. ¡Masacre, masacre! es, a priori, un relato que habla de venganza.

Describirlo así sería ser injusto con la historia: ¿Son correctas las represalias en tiempo de guerra? La respuesta es sencilla: no lo es. Nunca jamás será correcto responder a la violencia con violencia, sin importar la justificación que haya.

Más allá del debate político (y humano) que pueda generar esta obra, nos encontramos con un trabajo espléndido. Rafael Jiménez consigue crear una narración que se nota fresca y directa, donde podemos notar la complejidad de la época tanto en los diálogos como en las cajas de descripción.

El dibujo puede parecer sencillo, pero resulta un acierto: que los rasgos de los personajes no estén determinados de una manera detallada permite al lector rellenar esos huecos con su imaginación y, personalmente, no negaré que me he imaginado dentro de la historia gracias a este hecho. El trabajo de José Antonio Sollero es brillante en ese aspecto.

(Aprovecho para dar un tirón de orejas a la Editorial Cascaborra y pedirles que estén atentos a detalles tan importantes como nombrar de manera correcta a los artistas, descubriendo un fallo garrafal en la primera página en el nombre del dibujante.)

Viñetas de ¡Masacre, masacre!. Créditos: Editorial Cascaborra.
Viñetas de ¡Masacre, masacre!. Créditos: Editorial Cascaborra.

Pero si me quiero detener en algo que, para mí, no resulta fácil de valorar: el color. No suelo poder disfrutar del todo de este aspecto, debido a un pequeño defecto visual, pero el trabajo de Ana Melendo es increíble. Un gran trabajo dando la luz suficiente en los momentos adecuados.

Es sensacional que la iluminación del inicio de relato desaparezca por completo hasta que sólo son los fusilamientos los que aportan luz a la narración. A esto le podemos sumar la gran variedad de tonos pardos y apagados en las ropas de se dejan ver en cada viñeta. Un disfrute total.

Sin lugar a dudas, cada vez que elijo una obra publicada por Editorial Cascaborra salgo muy contento con mi decisión. Si bien esta obra nada tiene que ver con la anterior ambientada en el Siglo de Oro, el resultado es similar para fortuna de mi entretenimiento.

Una lectura entretenida, enriquecedora y muy disfrutable. Muy recomendable para todos aquellos que, como yo, sentimos un lazo de unión con una época llena de dolor y barbarie.

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