No creo que me equivoque el decir que, en general, cuando la mayoría de nosotros pensamos en cine nuestra mente vuela a Hollywood. Es lógico, no en vano es allí donde nacen la mayoría de grandes éxitos internacionales, es en Hollywood donde surgen las estrellas y es la tierra que nos ha dado joyas como ¡Qué bello es vivir!, La cuadrilla de los once o El Imperio contraataca, entre otros muchos títulos que han llenado las pantallas de todo el mundo.
Hollywood, ¿verdad? Es más que posible que nadie haya pensado en Malta, al menos he de reconocer que ni mi socia, Marta Beren, ni yo mismo, habíamos caído realmente en ello hasta que nos invitaron a venir a la primera Malta Film Week. Un evento lleno de actividades, varias proyecciones y algunos nombres como Colin Trevorrow (Seguridad no garantizada) o Kyle Balda (Los Minions).
Pero deberíamos hacerlo y el motivo es que son muchas las películas que han pasado por esta isla. Desde la Popeye que protagonizó Robin Williams, y que hoy es uno de sus emplazamientos turísticos, pasando por Gladiator de Ridley Scott, además de La espía que me amó que protagonizó Roger Moore o series de televisión como la archifamosa Juego de tronos.
Por todo esto es entendible que desde la Malta Film Commission hayan querido realizar la primera semana de cine del país, un evento que nace con algunos trompicones en lo que a comunicación y organización se refiere, pero con una gran pasión y evidentes ganas de crecer en futuras ediciones.
Esto mismo quedó claro y patente en la rueda de prensa inicial en la que se dieron cita tanto el presidente de la Film Comission como diferentes ministros locales, que si bien usaron diferentes formas y tonos en sus discursos todos incidían en lo mismo: la intención de que Malta sea una referencia cinematográfica internacional.
Por supuesto, se habló de las posibilidades financieras que esto conllevaría, con una lógica creación de empleo y de atracción de turismo, pero todo tiene un primer paso. En este caso se trataría de lograr más co producciones a nivel internacional, pero también facilitar la financiación y la burocracia (todos hemos tenido tropiezos con ella, esto es así).
Y, al final, como en toda propuesta que pretenda mejorar un país lo que debe hacerse es apostar por el talento local, por la gente que vive y reside en Malta. Algo que los diferentes ponentes parecían tener claro y que, de forma totalmente personal, espero que sea cierto ya que pocas cosas hay mejores en este mundo que sentarse en una sala de cine y disfrutar del espectáculo.
La Malta Film Week apunta alto, pisa fuerte y sin duda ha llegado para quedarse.
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