Muchos crecimos en un momento en el que los dibujos japoneses (el término anime era bastante desconocido) era un habitual en la cartelera televisiva. Aunque es cierto que no siempre lo sabíamos, y más de uno consumimos productos como Heidy sin saber realmente el país de origen.
Así es imposible olvidar Bola de Dragón u Oliver y Benji. Dos series que nos hacían soñar y disfrutar, diversión en estado puro que marcó un antes y un después. Y claro, Los Caballeros del Zodiaco (o Zodíaco, curiosamente). No puedo uno dejar esta de lado.
Esta producción llegaba, no hay otra, de la mano de Toei Animation con lo que en su momento nos parecían batallas espectaculares y una animación increíble. O más que los ojos de un niño son más bondadosos, con todo la historia lograba enganchar.
Aunque claro está que con el nivel de violencia que se exhibía las críticas estaban a la orden del día. Es más fácil atacar un programa que sentarse con los hijos a verlo o decidir tú si es adecuado, lo que hace que no sea sorprendente que España se lograra que no se emitiera. No solo por ese motivo, también equivocadas y retrógradas ideas homófobas que carecían por completo de sentido en los cánones de la serie. Hay que decir que no solo fue aquí, en otro lugares también se censuró siguiendo una muy mal entendida doctrina moral.
Dio igual. Estos héroes siguieron contando con una fiel legión de seguidores, que consumían lo poco que podían, ya fuera gracias al manga, a ediciones pirata o la manera de la que pudieran acceder. Finalmente, hace no demasiados años, esta absurda caza de brujas llegó a su fin y muestra de ello es Los Caballeros del Zodiaco: La Leyenda del Santuario.
Esta película nos presenta la historia de una joven que sin saberlo es la encarnación de Atenea y de los cinco cuatro elegidos que deberán protegerla de todo mal. En su camino se encuentra El Patriarca, que junto con sus Caballeros de Oro pretende justo lo contrario. El combate está servido y la obligación del público es la disfrutar de lo que es un gran espectáculo visual.
Es cierto que los personajes apenas están perfilados y que el gran protagonista es Seiya (que de hecho da título a la serie en realidad), pero todos ellos tienen su gran momento y aportan su granito de arena para lo que es una cinta coral.
Por otro lado este producto de pura diversión peca en exceso de ir demasiado deprisa, solucionando los conflictos a marchas forzadas sin dar realmente tiempo a desarrollarse nada. Se hace sorprendente que en menos de dos horas transcurra una trama que bien podría dar para varias películas, y de hecho pesa el número de personajes que acaban teniendo relevancia pero que apenas hacen aparición, algunos de forma casi anecdótica.
No creo que me equivoque al decir que la película recibirá elogios y duras críticas a partes iguales.
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