Poster de La acompañante. Créditos: Warner Bros.

Poster de La acompañante. Créditos: Warner Bros.

La acompañante significa el debut como director de Drew Hancock siendo una clara muestra de la solvencia de su responsable.

Tengo que admitir que fui a ver La acompañante sin saber nada de ella, ni haber visto los avances previos, uno inicial más atractivo y luego un segundo que revela cierto detalle de esos que uno disfruta más si no le dicen nada y se entera de ello al mismo tiempo que los personajes. De hecho sobre ese avance ya advertía Jack Quaid, uno de los protagonistas de la presente película, que desaconsejaba verlo.

Y es que en nuestro mundo actual, que con las redes sociales y la conectividad los detalles más secretos de una obra están a un simple clic de revelarse, tengo que admitir que me ha llevado a no ver los tráilers de próximos estrenos (más allá de un vistazo superficial) para no revelarme involuntariamente detalles de la película que hubiera agradecido más no saber por anticipado.

Enterarme de eso me llevó a recordarme de Abigail, un sangriento y funcional entretenimiento dirigido por Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett, también conocidos como Radio Silence, y que han sido los responsables de las entregas 5 y 6 de la saga Scream. Su mayor fallo creo que fue revelar por anticipado la condición de su protagonista, por lo que no hay que ser muy espabilado para pensar que algo así hay aquí con esos ojos en blanco de la actriz Sophie Thatcher en el póster, que por lo demás (tanto en forma como en diseño) parece más de una comedia romántica que no de la mezcla de géneros entre ciencia-ficción, thriller e intriga que acaba siendo.

Imagen de La acompañate. Créditos: Warner Bros
Imagen de La acompañate. Créditos: Warner Bros

La acompañante, parece una comedia romántica pero no lo es

De hecho su inicio no puede ser más típico de comedia romántica: la protagonista Iris (el personaje al que da vida la actriz Sophie Thatcher) cuenta como conoció por pura casualidad a su actual pareja Josh (papel para Jack Quaid). La pareja bien pronto se traslada a una remota mansión donde se reúnen con unos amigos para pasar unos días de ocio y diversión… en teoría. De forma inesperada (en un principio) se produce cierto incidente cuya justificación más lógica sería admisible para los espectadores, si no fuera porque la afectada esconde un secreto que ni ella misma conocía, pero es que el resto de personajes tampoco están libres de pecado.

Y punto, nada más a añadir, porque aún en el supuesto de que se sepa de antemano la verdad sobre determinado personaje, el film tiene bastantes alicientes que hacen de ella una grata sorpresa que combina una premisa digna de la serie distópica Black Mirror, con una sátira de humor negro sobre las relaciones de pareja en estos tiempos de hiperconectividad e inteligencia artificial.

La acompañante significa el debut como director de Drew Hancock siendo una clara muestra de la solvencia de su responsable, al que habrá que seguir la pista en el futuro para ver con que nos sorprende. En este caso es capaz de desarrollar en su justa medida una historia interesante, sorprendente y sorpresiva, en la que los sucesivos giros de la trama se notan acertados y coherentes (incluyendo guiños a cierta popular franquicia que no puedo citar porque sería demasiado revelador).

De su joven y bastante solvente reparto destaca sin duda una Sophie Thatcher que entre esta y la reciente Heretic (Hereje) ofrece a los espectadores dos actuaciones dignas de mérito, sin por ello olvidar a un Jack Quaid (el hijo de Dennis Quaid y Meg Ryan), que desarrolla bastante bien las dos vertientes de su personaje, la pasional y la controladora, estando esta última claramente dirigida a ser una crítica a las relaciones tóxicas de pareja.

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