Glow, de Netflix, está destinada a convertirse en una de esas series que permanecen en el tiempo

GLOW fue uno de esos estrenos que pasan bastante desapercibidos (en comparación con otras series de gran calado) pero que logró tener rápidamente su propia legión de seguidores, quizá destinada más a ser una serie de culto que del gran público, lo que por otro lado consigue apartarla de presiones innecesarias.

Se inspira, lejanamente, en el programa televisivo Gorgeous Ladies of Wrestling (del que ya se habló) de los años ochenta que, a pesar de no lograr en su momento una gran aceptación, el paso del tiempo ha ido haciendo del mismo un icono del que se han hecho revivals, un documental y finalmente la serie de Netflix que estrena ahora su segunda temporada.

Esta nueva entrega de la producción creada por Liz Flahive y Carly Mensch, ambas conocidas por Nurse Jackie, sigue las bases ya sentadas en la primera parte, usando como excusa argumental el show catódico para mostrar a través de este un nutrido grupo de personajes que van desde el director del mismo a las diferentes luchadoras disfrazadas.

Entre los nombres a destacar están Marc Maron como el realizador (y figura paterna a su pesar) Sam Sylvia; Alison Brie como Ruth Wilder, que será conocida bajo el nombre artístico de Zoya Destroya; y a su lado Betty Gilpin como Debbie Eagan o Liberty Belle. A pesar de ser un reparto coral, en el que cada uno tiene su momento, estos son sin duda los tres protagonistas que mueven la acción, y más que nadie Ruth Wilder, con la que no es complicado identificarse, de hecho cuesta no hacerlo.

Entre ella y Debbie Eagan hay amor y odio a partes iguales, algo que ya se dejó ver de forma clara en la temporada anterior pero que en esta toma nuevos caminos ya que ambas evolucionan. En cierta forma cambian papeles, sin ser conscientes de ello pero sí el espectador. Tal rumbo choca con sus enfrentamientos en el ring, o más bien entre Zoya, que representa a la Rusia comunista (en plena Guerra Fría), y Liberty Belle (en referencia a La Campana de la Libertad), que sería el ideal americano: en ambos casos siempre desde un prisma totalmente satírico y lleno de humor, además de lentejuelas de colores.

Sam Sylvia, por su parte, es un veterano director de cine de serie B que ha perdido su camino y que sin saberlo ha tenido una hija con la que se reencuentra (algo sucedido durante la primera temporada). Ahora debe enfrentar este programa en el que no termina de creer, lograr que los problemas de las luchadoras no interfieran en el mismo y ser una figura paterna para una hija que lo ha idealizado pero también para Ruth Wilder, que encuentra en él a un amigo y un apoyo. Hay que decir que la actuación del cómico Marc Maron es todo un acierto y logra convertirse en lo mejor de esta serie, una producción que ha cuidado al dedillo a los personajes logrando hacerlos reales.

GLOW apuesta fuertemente por los diálogos y las situaciones cotidianas, haciéndolas interesantes e impactantes pero sin caer nunca en el exceso o en el dramatismo innecesario. Una buena dirección se suma a un guión trabajado para ocuparse de ello, lo que junto a un elenco con buena química hace que estemos ante una serie que se seguirá disfrutando dentro de veinte años.

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