En los cómics, y en toda narrativa, los héroes siempre tienen un gran enemigo. Es ese que en muchos sentidos es igual a él, solo que desde un punto de vista malvado. En ocasiones la rivalidad es producto de la locura como y la obsesión como sucede con el Duende Verde, en otros responde sencillamente a un enfrentamiento que viene desde la juventud como con el Doctor Muerte (mi villano favorito) y una larga lista, ya que los motivos son tantos como personajes.

En el caso de Flash, de todos ellos, siempre ha habido un villano de fondo que es su exacta versión al otro lado del espejo. En el caso de Jay Garrick, primero en llevar el rayo en el pecho, fue el conocido como Rival o Flash reverso; creación de Joe Kubert y Carmine Infantino que apareció por primera vez en 1940.

Esta idea del Flash reverso apareció también con Barry Allen, segundo corredor escarlata, a través del insano Profesor Zoom. En realidad un estudioso científico del futuro, que considera a Allen un alma gemela y el mayor héroe que ha existido, logrando por un azar del destino (o su propia mano, más bien) obtener poderes similares a los del justiciero. Pero se obsesionará con él hasta el punto de la locura más absoluta, con los resultados que todo lector conoce y que cualquiera puede imaginar.

Posteriormente, y ya en plena etapa de Wally West como velocista (antes Kid Flash, sobrino de Barry Allen), regresó pero solo bajo el nombre de Zoom y sin ser realmente quién parecía en un primer momento. Nada de eso, DC Cómics y en concreto el guionista Geoff Johns orquestaron un villano mucho más peligros y brutal, con una historia trágica de fondo y en realidad solo con la pretensión de lograr que Flash sea mejor de lo que es.

Un villano nunca es el malo desde su punto de vista.

Es justo este Zoom el que da nombre al tomo lanzado hace unos meses por ECC Ediciones, empeñada (y menos mal) en recopilar toda la etapa del escritor a cargo del velocista y que ya ha ido comercializando diferentes volúmenes de los que en esta web se han hablado en ocasiones. Este hombre se convirtió por derecho propio en uno de los más importantes de la editorial, en gran medida gracias a su soberbio tratamiento de unos personajes a los que entiende a la perfección.

De nuevo aquí lo demuestra, salpicando el relato con secundarios y velocistas que son imprescindibles en la vida de Flash, componiendo una película coral en la que todos son necesarios. No solamente los amigos, también los villanos tienen su importancia en este relato, como hacedores inconscientes de todo lo que está por llegar.

El escritor está junto a los dibujantes Rick Burchett, Justiniano, Scott Kolins y Phil Winslade para crear historias que solo pretenden entretener, que solo devuelven a los personajes a lo que nunca debieron dejar de ser, y que leídas de nuevo hoy nos hacen llevarnos (más) las manos a la cabeza con algunas de las decisiones que DC Comics ha tomado en los últimos años.

Geoff John nos narra la historia de cómo un hombre puede caer en el abismo, una tragedia que hace que recordemos las palabras del Joker en La broma asesina: Tan solo hace falta un mal día para volver loco al hombre más cuerdo del mundo. Es la distancia que me separa a mí del mundo. Un mal día.

Nadie dijo que ser Flash fuera fácil.

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