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Los impagos dentro del mundo editorial y cultural están, por desgracia y por mucho que duela decirlo, a la orden del día. Da igual si hablamos de Dolmen Editorial, una publicadora que no goza precisamente de buena fama en el sector profesional y más bien de nefasta reputación, o de otras tantas. Se unen a ello otros varios agentes del mundo cultural como eventos y sus organizaciones, colectivos y toda la lista que uno pueda pensar.
¿El motivo? ¿Quién sabe? ¿Lucrarse unos a costa del trabajo sin pagar de otros? ¿Técnicas con más enfoque fraudulento que ética profesional? Y, muy importante, aquel que no tiene ética profesional tampoco la tiene personal.
Quizá sea, como se dice a veces, y no pocas, desde dentro de estas empresas, por problemas de liquidez o retraso en pagos de sus proveedores (lo que explica pero no justifica, dado que en tal caso ellos caen en lo mismo) pero tales problemas, de forma común, de nuevo por desgracia, repercuten en el autor, en el creador de la obra, del libro, del cómic, de la representación teatral…
Ahondemos en ello y hablemos de un elefante en la habitación que es tan conocido como ocultado, siempre susurrado y comentado pero pocas veces expuesto y enfrentado.
El hijo de Carlos Pacheco no se calla
Hace unos días Alex Pacheco, hijo del muy tristemente fallecido Carlos Pacheco, hizo público en su Facebook un mensaje en el que indicaba lo siguiente: “Estoy hasta los cojones ya de la falta de respeto y el ninguneo constante de Dolmen (Plan B).” y pasaba a detallar varias de las prácticas de esta editorial.
Entre estas (y cito de forma directa):
- Siempre la misma excusa: “no tenemos dinero, ya te iremos pagando poco a poco”.
- Segundo, los reportes de royalties. Según contrato, deberían pasarlos de forma anual. Pues nada. Silencio absoluto, retrasos eternos.
Y termina el mensaje indicando que “Dolmen, Plan B, llamadlo como queráis: lo que tenéis es una empresa que se sostiene en la mentira y en la explotación del trabajo ajeno.”. Añadiendo que él ya no permanecería callado, se une así a las filas de los autores que a lo largo del tiempo hemos expresado en público los problemas, repetidos una y otra vez por años, con esta empresa. Unos problemas estos que, además, suceden de igual manera de unos a otros, algo que es llamativo y permite entrever que quizá se trate más de una política empresarial bien pensada y ejecutada a través de los años que de imprevistos insalvables.
Esto no quiere decir que suceda así con todos los autores de la mentada Dolmen Editorial, o Plan B, pero en mi propia experiencia puedo decir que sí. Línea por línea de lo expresado por Alex Pacheco, además de algunas otras que él no menciona como errores a su favor en las liquidaciones que no lo son una vez revisadas y hechas las cuentas (según los números proporcionados por ellos).
Con el transcurrir de publicaciones, eventos y lustros diversos escritores han contactado conmigo para expresarme que estaban en una situación similar, buscando una solución y una manera de lograr un cobro que no llega. Por desgracia, en la mayoría de casos, siempre prefiriendo que no se sepa tal hecho lo que solo logra hacer que se cronifique.

No solo afecta a Dolmen Editorial
Lo más funesto de tal entuerto es que no solo adolece el mismo en Dolmen Editorial. Si fuese así aunque sería llamativo no resultaría tan problemático.
A la hora de escribir estas líneas hace más de dos meses, tiempo límite para pagar el montante, que en lo que se refiere a mi ámbito profesional se hicieron llegar facturas a esta pero también a las editoriales Héroes de Papel y Redbook ediciones, además de al Festival Metrópoli de Gijón. En ningún caso se ha recibido el pago, más preocupante por lo que se refiere al Festival Metrópoli de Gijón en el que la facturación fue por uso indebido y sin permiso de una imagen por años, tema en el que quizá se ahonde en un futuro artículo.
Se une a esto la habitual falta de comunicación y silencio expresado por Alex Pacheco. Así ha sido con todas ellas al envío de la factura, tan solo Redbook hizo acuse de recibo, y de igual forma con una reclamación previa de la misma hecha hace semanas en la que por respuesta ha habido una callada general. Una forma de no enfrentarse, de dejar que todo se diluya y de que, con suerte, se olvide.
No es algo que diga por decir, durante mi vida profesional me he topado con varios otros creadores que ante este hecho prefieren enmudecer, comentar en bajo que nunca han recibido liquidaciones, que jamás se les ha pagado una factura pero por un más que comprensible miedo a no volver a no cobrar lo que en justicia, y en ley, es suyo o no volver a publicar no luchan por ello.
Y así, el problema sigue existiendo. La lacra se extiende y dado que no hay consecuencias reales, las reputaciones de cara a la galería siguen intactas, todo se avanza de la misma forma. Esto no quiere decir, de ninguna de las maneras, que los libros no se publiquen, que las ediciones no puedan tener un buen acabado final y que los lectores no disfruten de sus variados relatos, tan solo son unas letras para hacer reflexionar sobre el precio de esto mismo y el cómo, citando de nuevo a Alex Pacheco, en ocasiones lo que hay “es una empresa que se sostiene en la mentira y en la explotación del trabajo ajeno.”.
Una guerra que parece interminable
Una guerra sin final en la que hay atacantes de un lado que abusan de su poder y situación y heridos indefensos y malparados de otro, una batalla que lleva décadas dado que se sabe de autores del pasado en iguales situaciones, un hecho que hace que los editores que sí cumplen y sí van de frente (que los hay y no son pocos) se vean afectados por las prácticas de los demás. Como dijo el poeta Miguel Hernández, “Tristes guerras, si no es el amor la empresa”.
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Escritor y periodista de amplia trayectoria (AQUÍ, Cinemascomics, Infonegocios…), especializado en Cultura Pop aunque también ha escrito de temáticas muy distintas como política y el mundo de los negocios. Creador del personaje infantil Frost, perrito de aventuras descrito por RTVE como «Un nuevo héroe para los niños». ISNI 0000 0004 4335 5012



