No puedo recordar la primera vez que Patrick Macnee apareció en mi vida, pero estoy seguro de que fue como John Steed. Un elegante agente secreto que fue el protagonista total de Los Vengadores, una serie que fue (es y será) un icono de lo mejor que la magia catódica puede darnos.
Y desde entonces no desapareció. Siempre estuvo ahí y poco a poco mi admiración por él fue creciendo. Su interpretación, sus maneras, el increíble estilo del que hacía gala… Era imposible que no cayera rendido a sus pies.
Con el paso de los año me fui haciendo con algunas joyitas, como unas fantásticas figuras de él y Emma Peel (en su versión de color y blanco y negro), libros que encontré por Londres y un amor hacia el estilo del que es casi el único culpable, aunque jamás llegaré a estar ni de lejos a su altura.
Ayer, 25 de junio de 2015, falleció Patrick Macnee en su rancho en California y jamás podré decirle todo lo que significó para mí, no por el momento. No pude evitar llorar. Es asombroso que una persona a la que realmente no has llegado a conocer sea tan importante en tu vida.
Me sorprendió verme llorando. No era realmente consciente de qué era él en mi día a día.
Hace tiempo escribí un libro llamado Los sesenta no pasan de moda. Algunos dicen que es sobre Doctor Who, unos pocos que es principalmente sobre El Prisionero. No lo es. Los sesenta no pasan de moda es mi declaración de amor a Los Vengadores, a Diana Rigg y siempre a Patrick Macnee.
Sí, trato otras series, algunas más y otras menos, pero todo comenzó por esas aventuras pop que vivían dos defensores del bien por un Londres de ensueño al que sigo llegando cada vez que cierro los ojos.
¿Sabes, Patrick? Hace tiempo estuve por Savile Row y no podía dejar de pensar en ti. Es imposible pasear por sus calles llenas de clase y estilo sin hacerlo.
¿Te he contado que me disfracé unos carnavales de John Steed?
Hay tanto por decirte…
Gracias, Patrick.
Gracias.
