Hay épocas que marcan a un medio, hacen que por un motivo u otro ese momento sea inolvidable y que durante años se siga hablando de qué pasó entonces.
En el mundo televisivo hay que mencionar la década de los sesenta del siglo XX, en la que nacieron Doctor Who, El prisionero o Los vengadores (y otras series de las que hablo largo y tendido en Los sesenta no pasan de moda), si hablamos de la música tengo que destacar por gusto personal los cincuenta de ese mismo siglo por al auge del rock y si vamos hasta el cómic y seguimos en ese mismo siglo, hay que mencionar los noventa.
Más en concreto me estoy refiriendo al cómic de superhéroes, que atravesó una de sus épocas más convulsas en las que gran parte de lo sucedido se podría definir tal que “iban como pollo sin cabeza”. Unos años complicados, en que todo estuvo a punto de irse por el retrete, y que sorprendentemente terminó quedando en la memoria como una anécdota a la que recurrir en conversaciones.
Para el que no sea lector veterano van unos detalles para que sepa mejor cómo fue la cosa: Iron Man se convirtió en un asesino y fue sustituido por una versión joven de sí mismo, Superman murió pero volvió así rápido, a Batman le partieron la columna y su lugar lo ocupo Azrael, Spiderman se metió de lleno en la larga y rocambolesca Saga del clon, y todo esto sumado a el ego de algunos dibujantes estrella, mucho músculo y pistolas muy grandes, especuladores por doquier… (Y tenéis más información en este articulo de Zona Negativa).
Y el Capitán América llevaba una armadura.
Sí, eso mismo.
Más bien un exoesqueleto que le ayudaba a seguir con su lucha por el bien y la justicia, debido a que su estatus como pináculo de la perfección humana estaba cayendo en pináculo (cosas de que te inyecten un suero del supersoldado) pero el personaje debía seguir combatiendo; ya fuera con una armadura o convertido en hombre lobo.
Pero entre tanta locura y caos, que no siempre es achacable directamente a los creadores (los editores y líderes también se llevan lo suyo), hubo algo bueno. Y es que tras un tiempo hundiéndose cada vez mas llegó la hora de que Mark Waid y Ron Garney decidieran que había que volver a lo básico, traer de vuelta al llamado Centinela de la libertad con toda su gloria.
Que es justo lo que Panini recopila en el tomo Capitán América: Operación renacimiento, un titulo que deja muy claro qué va a suceder y que empieza de la única forma posible cuando se trata de traer de vuelta a la vida a alguien: con su muerte.
Así en las primeras páginas que se publicaron a finales de 1995 cómo Los vengadores, sus amigos y compañeros, en boca de la Viuda Negra (entonces líder del grupo), dicen que la última vez que le vieron “estaba preparado, por primera vez, para perder una batalla, su último combate” tras haber confirmado a los medios que había sucumbido a una enfermedad degenerativa. Y el lector, solo una página después, ve al héroe de nuevo congelado y en perfecto estado de salud.
Este es el pistoletazo de salida para un arco que durará un total de cinco números, y en el que los dos autores traerán de vuelta al Capitán América. No solo a él, parte de su pasado y de su presente más reciente (presente de entonces, claro) también estará ahí, incluyendo a la Agente 13 y al siempre avieso Cráneo Rojo. Dos nombres totalmente intrincados al mito, que han estado en su vida por décadas.
Al igual que los dos autores, ya que tras el cierre de la etapa posterior que fue Heroes Reborn (recientemente recuperada por Panini) regresaron a este personaje y lo hicieron de la mejor forma posible. Es decir, en el mismo punto en que lo habían dejado entonces, salvo los comentarios justos para encajar todo en la continuidad.
Hay que decir que Mark Waid regresaría una tercera vez de manera reciente, tras los hechos del Capitán América de Hydra, para hacer de nuevo lo que ya había hecho otras dos veces: devolver su esencia mas pura al héroe, sabiendo llevarlo a la actualidad pero con el sabor clásico que nunca debería perder (aunque a veces lo haga).
Capitán América: Operación renacimiento es un cómic de los noventa, con todo lo que eso conlleva, pero es un buen cómic de los noventa. Es el que trajo de vuelta al Capitán América, el que le devolvió toda su gloria.
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