Cartel horizontal de Drácula Negro (1972), referente del cine de terror del blaxploitation

Cartel horizontal de Drácula Negro (1972), referente del cine de terror del blaxploitation

Más allá del cine de persecuciones y puñetazos, el blaxploitation trajo también todo un subgénero de terror afroamericano.

El blaxploitation que tan en auge estuvo a mediados de los años setenta no tuvo reparos en tocar todo tipo de géneros en las más de doscientas películas que forman parte de su catálogo. En este último artículo sobre el género, nos gustaría centrarnos en uno de nuestros preferidos: el terror.

Terror negro

Drácula negro (1972) fue el pistoletazo de salida del subgénero; una versión moderna de Drácula ambientada en Los Ángeles con un elenco predominantemente afroamericano interpretado por William Marshall. Marshall era un actor recurrente en televisión con papeles secundarios en Bonanza, Star Trek o El agente de CIPOL.

La película tuvo una secuela un año después llamada Grita Blácula grita (o Drácula negro 2), con Marshall interpretando de nuevo al vampiro, y la aparición de Pam Grier como cultista que intenta detenerlo. Esta cinta es considerada por algunos como la peor película del género blaxploitation.

Joe De Sue como Blackenstein
Joe De Sue como Blackenstein

La aparición de un drácula negro llevó a la inevitable producción de un frankenstein negro. Blackenstein se estrenó en 1973 y presenta a Eddie Turner, un soldado que pierde los brazos y las piernas al pisar una mina en Vietnam. Un médico le injerta nuevas extremidades, pero durante el proceso su ayudante cambia las dosis de ADN convirtiendo a Eddie en una bestia descerebrada.

Joe De Sue hace su primera y única aparición en la gran pantalla interpretando al monstruo. Por otro lado, John Hart, conocido por haber interpretado a El llanero solitario entre 1950 y 1953, pone cara al cirujano doctor Stein.

El blaxploitation de terror tocó también temas como los zombies en La venganza de los zombies, de 1974; personalidades múltiples en Doctor Black, monstruo asesino de 1976, basada en Dr. Jeckyl y Mister Hyde en la que un científico afroamericano crea una fórmula que le convierte en un monstruo albino; exorcismos en Abby de 1974, una parodia de El exorcista; y, sobre todo, venganza de ultratumba en J.D.’s Revenge de 1976, en la que un gangster asesinado se apodera del cuerpo de un joven para buscar venganza.

Más allá de los años setenta

Tal fue la influencia del género de terror que este no terminó cuando la moda del blaxploitation desapareció. En 1984 llegó Black Devil Doll from Hell, una historia de un muñeco maldito que posee y viola a su compradora. Tales from the Hood de 1995 es una antología de historias que recupera los temas clásicos del género: racismo, violencia policial y bandas.

Killjoy creó una franquicia propia cuando su primera cinta apareció en el año 2000. Killjoy es un payaso asesino es invocado para vengar la muerte de un chico de manos de una banda. Aunque de las cinco películas que componen la saga solo en las dos primeras hay un predominante elenco afroamericano y se consideran parte del género.

Un año después Ernest R. Dickerson presentó Bones, un homenaje al cine de explotación afroamericano protagonizado por el rapero Snoop Dogg interpretando a un corredor de apuestas asesinado que 20 años después despierta de su tumba en busca de venganza.

Snopp Dogg como Devon en Hood of Horror
Snopp Dogg como Devon en Hood of Horror

Hood of Horror es la última cinta considerada dentro del género de terror del blaxploitation. Estrenada en el año 2006, se trata de una recopilación de tres historias que ocurren en el mismo barrio con Snoop Dogg como hilo conductor interpretando a un gangster que hace un pacto con el diablo para convertirse en un espíritu que hace de espectador en las tres historias para decidir qué será de sus protagonistas en la otra vida.

Un género reivindicativo

El blaxploitation tuvo su auge en un momento de incertidumbre social y fue un género necesario para la reivindicación de los derechos sociales. Aunque este murió por su propia explotación (irónicamente), marcó a toda una generación de cineastas (como Quentin Tarantino) y dio voz a muchas voces afroamericanas que buscaban igualdad de oportunidades.

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