En los últimos años hemos visto un crecimiento exponencial del mundo editorial en nuestro país, y el ambiente del cómic no ha sido ajeno a ello. Una muestra es Grafito, que poco a poco ha empezado a lograr tener su propio hueco en el mercado gracias a su apuesta por autores de calidad junto con historias bien trabajadas.
Agustín Ferrer Casas fue una de sus primeras apuestas con Cazador de sonrisas, obra a la que ha seguido la muy recomendable Arde Cuba que es precisamente el motivo de esta entrevista.
En las últimas décadas han pasado muchas cosas en Cuba, ¿qué te lleva a narrar esta historia en concreto?
Yo no tenía entre mis planes esta novela gráfica. De hecho no conocía el acontecimiento histórico real que marca el inicio de la narración, la entrevista que el actor de Hollywood Errol Flynn realiza a Fidel Castro en la Cuba de finales de 1958, días antes de que triunfase la Revolución.
Surgió por un encargo de mis editores, Guillermo Morales y Yolanda Dib, del sello valenciano Grafito Editorial. Yo trabajaba por aquel entonces en un proyecto propio de largo recorrido. Hablo de mediados del año 2015. En ese momento Guillermo me dijo que si no sacaba algo pronto, después de Cazador de Sonrisas (Grafito Editorial, 2014), los lectores se olvidarían de mí y que estaría muerto. Así que, ironías del destino, participé en el cómic colectivo De Muerte (GP Ediciones, 2015) ilustrando el prólogo y el epílogo con textos de Ricardo Vilbor.
Como no parecía suficiente esta pequeña incursión, Yolanda y Guillermo me propusieron elegir entre una serie de ideas para un libro de encargo, para ampliar con un nuevo título mío su catálogo. Entre ellas, ésta era la que más me seducía por estar ambientada en el cénit de la Revolución cubana, en diciembre de 1958. Volvía a una época muy cercana a la reflejada en Cazador de Sonrisas. Y así surgió Arde Cuba.
Erroll Flynn es uno de los reclamos de este trabajo, ¿cómo te documentaste para acercarte a su persona?
Existen innumerables historias acerca de este carismático actor hollywoodiense, muchas de ellas erróneas por mal documentadas. Como la de adjudicarle un origen irlandés, más que nada por su color de pelo rojizo, cuando nació nada menos que en Tasmania (tal vez por eso su actitud siempre rebelde, cual diablo de la misma isla).
Para documentarse sobre el personaje, lo mejor fue acudir directamente a las fuentes, es decir, a su propia biografía:
Errol Flynn: aventuras de un vividor, Errol Flynn; traducción de Rocío Valero, T&B Editores, Madrid, 2009.
Aunque, leyendo las páginas de su libro, sospecho que tampoco puede saberse del todo qué parte de su historia es real o inventada, pero sirve para hacerse una idea general del personaje: un individuo que, huyendo de la mediocridad y empujado por una exacerbada curiosidad aliñada por sus excesos con la bebida, las drogas y el sexo, termina encontrando a regañadientes su sitio en la Meca del cine. Algo que acaba por consumirlo hasta la muerte.
En esta labor de documentación, ¿qué ha sido lo más sencillo y lo más complejo?
Lo más sencillo resultó recopilar la información sobre la entrevista de Errol Flynn a Fidel Castro. Igualmente, como la mayoría de personajes que pueblan la novela gráfica son reales, casi todos disponían de biografías más o menos extensas como para definirlos.
Incluso el ambiente generado en aquellos años por la dictadura de Batista, el poder económico de la mafia en la isla, el expolio de los recursos naturales cubanos por parte de las multinacionales estadounidenses y la respuesta en forma de guerra de guerrillas del Movimiento 26 de julio desde Sierra Maestra, se relata detalladamente en el libro Nocturno de La Habana; cómo la Mafia se hizo con Cuba y la acabó perdiendo, T. J. English; traducción de Jordi Beltrán Ferrer; Debate, Barcelona, 2011.
Lo más complicado resultó buscar la documentación que me permitiese ambientar la historia. Sí, ya sé que me dirán que Cuba y en concreto La Habana, lugar en el que se desarrolla gran parte de la trama, están ancladas en el pasado, fruto de un injusto embargo que dura demasiados años. Y que por tanto, coches, edificios e infraestructuras se mantienen más o menos como el día en que el dictador Batista escapó de la isla (mejor dicho, la noche, porque lo hizo con nocturnidad en plena noche vieja de 1958, tal y como se relata en El Padrino). Pero no.
El problema radicaba en que la documentación gráfica de la época es, en su gran mayoría, en blanco y negro y los colores actuales difieren bastante de los originales (ahora son más chillones). Y además, el dinero de la mafia procedente de los negocios de hoteles y casinos repercutió en el rápido crecimiento de La Habana. Por tanto, unas fotos mostraban solares yermos en los que al año siguiente se levantaban altas torres de apartamentos u hoteles. Incluso míticos anuncios luminosos de la época de empresas como Bacardi o Firestone desaparecieron de la Cuba revolucionaria. Así que fue una labor minuciosa de comparación e interpretación.
Este cómic, al igual que cualquier biopic, se toma licencias, ¿a qué es debido?
Cierto es que en este libro se han tomado numerosas licencias narrativas con el fin de propiciar el encuentro entre ciertos personajes clave en la trama. Así como el hecho histórico de la entrevista de Flynn a Castro es real, ésta se toma como escusa para acercarnos a un personaje de la Revolución cubana no tan conocido como el propio Castro o el mítico Che. Me refiero a la figura del también comandante Camilo Cienfuegos, héroe moderno que murió con 27 años en un accidente aéreo pocos meses después del triunfo de la Revolución, al que se le brinda un merecido homenaje en este libro y una segunda oportunidad. No pudo haber coincidido con Errol Flynn en Sierra Maestra en aquel momento, puesto que se hallaba luchando con sus hombres en la ciudad de Yaguajay. Esa es la mayor licencia de esta novela grafica.
Me ha llamado la atención la portada elegida en la que no aparece ninguno de los personajes principales, ¿porqué tomaste ese decisión?
En principio pensábamos usar una portada-contraportada entre dos opciones que teníamos. Una ilustraba un momento de lucha y la otra, la elegida, una visión desde el malecón con los personajes del fotógrafo Spellman y Cienfuegos dejando atrás la embajada de Estados Unidos.
Pero al hacer la página de respeto, con la figura de El Loco subido al pretil del malecón, con las columnas de guerrilleros entrando en La Habana, con un cielo que no se sabe si es que está nublado o lleno de humo, vi que la imagen tenía mucho potencial por su abstracción y que no debía quedar relegada a un segundo término, dentro del libro.
Por ello se lo comenté a Guillermo y Yolanda, y ellos, junto con el maquetador Jesús Huguet, le dieron una vuelta. Incluyeron ese triángulo rojo con el título y lo bordaron. La que iba a ser portada quedó como página de respeto y la definitiva ha pasado al panteón de las portadas chulas.
A lo hora de afrontar una página, ¿cómo es tu proceso de trabajo?
Afronto la página con terror, por el horror al vacío. Pero trato de pensar que va a quedar bien cuando la acabe y eso me conforta.
El proceso es el siguiente. Trabajo como si se tratase de rodar escenas de una película, por tramos. Tengo la idea global de la historia en la cabeza, pero con este método escribo esas secuencias que van a ser grupos de dos, cuatro, seis, etc páginas. Después de meditar mucho lo escrito, lo aboceto en un tamaño ridículo, para ver qué iría en cada viñeta.
Hago el boceto a tamaño definitivo en A4, a lápiz sobre papel blanco. Si es el caso de que debe pasar por el editor, escaneo ese boceto y le incluyo los textos con bocadillos y onomatopeyas para recibir el visto bueno o corregir algo. Si no es el caso, paso directamente a calcar el boceto sobre un papel Canson gris trianón. Vuelvo a redibujar a lápiz sobre ese formato lo calcado y después lo “entinto” con un rotulador Staedtler calibrado finito (0,05). Humedezco el papel y lo claveteo sobre un tablero para dejarlo secar. Hago un pinta y colorea de manual con acuarelas y acrílicas, cuidando de no salirme de los bordes. Y por último, vuelvo a delimitar el dibujo con diferentes rotuladores calibrados de grosores variados según profundidades y matices.
Acabada la fase analógica, escaneo la página cortada al tamaño de A4 y liberada del tablero. Meto onomatopeyas, textos y bocadillos de manera digital e incluso corrijo alguna metedura de pata o doy algún toque que a mano sería imposible. Así que los originales varían muy poco de las páginas que pueden encontrarse en el libro impreso. Y están a la venta en Yojimbo Cómics.
Es el segundo volumen que publicas con Grafito Editorial, ¿cómo ha surgido esta relación?
De manera absolutamente buscada. Ellos querían buenas historias y buenos dibujantes y yo tenía las dos cosas que ofrecer. Les mandé de manera totalmente inocente el cómic completo de Cazador de Sonrisas, a falta de una portada seria. Y ellos lo aceptaron con miedo en el cuerpo, puesto que iba a ser su bautismo de fuego en el ruedo editorial. Tenían en proceso de trabajo el Chorizos, atraco a la española de Ricardo Vilbor y Ricard González y el mío estaba terminado, sólo a falta de alguna modificación a propuesta de Grafito.
Y como Cazador de Sonrisas funcionó bien (no sé si he mencionado que va por su segunda edición, revisada y ampliada, y que la editorial suiza Paquet lo ha editado en el mercado franco belga), Grafito decidió encargarme Arde Cuba.
¿Y continuarás trabajando con ellos en un futuro?
Si la cosa funciona como hasta ahora y ellos no se cansan de mis neuras e hipocondrias, me gustaría, ¡siiií!
¿Cómo estás viendo la recepción de Arde Cuba entre el público?
La acogida está siendo muy buena. Lo que estoy viendo en presentaciones y salones es una agradable muestra de buenas sensaciones. A la gente le gusta Cuba, sus gentes, su historia, la Revolución… No sé si esto último es porque está hasta las narices de injusticias y también se van a echar al monte metafóricamente hablando.
Y las críticas también están siendo muy positivas. La mezcla de historia y ficción en clave de aventura, con ciertas dosis de humor marca de la casa, creo que son la principal baza del cómic. Si a eso le sumamos una cuidada ambientación y un buen dibujo, pues tenemos Arde Cuba.
¿En qué estás trabajando ahora?
Intento retomar, porque me está costando volver a coger el ritmo en medio de la promoción de Arde Cuba, el biopic del arquitecto alemán Mies van der Rohe. Espero acabarlo a lo largo de 2019, coincidiendo con el cincuenta aniversario de su muerte. Poco más puedo decir. Sólo que va a ser una novela gráfica de peso o, como diría Luis Alberto de Cuenca, un tebeo gordo, pero gordo gordo.
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