En Spectacular Spider-man prima la diversión y la aventura ante todo

Cuando “Peter Parker, The Spectacular Spider-man” fue creada, Spider-man estaba en su punto más álgido de popularidad. Era el héroe más conocido de la industria norteamericana, y ya tenía dos colecciones regulares, más un amago de revista en blanco y negro que no terminó de cuajar (llamada -oh, sorpresa- “The Spectacular Spider-man”). En la mejor tradición de hermano pequeño-hermano mayor, “Peter Parker, The Spectacular Spider-man” siempre ha vivido a la sombra de “The Amazing Spider-man”.

Da sus primeros pasos con Gerry Conway y Sal Buscema, y con una intención clara: separarse de la temática más aventurera de su hermana mayor, y centrarse de lleno en la amplísima galería de personajes secundarios y en las cuitas más personales del joven Peter Parker. Lamentablemente, una vez los autores originales se marchan, la serie pierde toda regularidad, y no será hasta la llegada de algunos autores puntuales (Roger Stern, Bill Mantlo o J.M. De Matteis) cuando la colección brille casi con la misma intensidad que su hermana mayor, aunque nunca con la misma relevancia. Renumeraciones, cambios de nombre o de tono … todo eso hace que la colección muera de irrelevancia justo antes de la llegada de crossovers como “El Otro” o “Civil War”.

Hasta que llega un autor con una voz única y un apellido impronunciable. Chip Zdarsky, conocido sobre todo por dibujar y desvariar junto a Matt Fraction en “Sex Criminals” y por relanzar a “Howard, El Pato”, desembarca en el personaje imbuido por el espíritu del Stan Lee más socarrón y revive la colección, con Adam Kubert a los lápices y una voluntad de diferenciarse de lo que Slott hace con su hermana mayor.

En su “Spectacular Spider-man” prima la diversión y la aventura ante todo, recuperando además aquel mimo con el que se trataba a los secundarios del personaje en los albores de la colección. Así, Zdarsky comienza recuperando al Chapucero un villano olvidado de la etapa Ditko (que “casualmente” también ha sido recuperado en “Spider-man Homecoming”), en un enredo de trama que nos lleva directamente al número 300 de la colección.

Sin embargo, este 300, a diferencia de lo que suelen estas efemérides, resulta ser bastante descafeinado, más allá de ser otra pieza de la trama que Zdarsky está construyendo poco a poco desde su llegada. Y es una pena, porque, justo unos números antes, el escritor ya ha demostrado lo que puede dar cuando decide pausar el ritmo y ser relevante, en una conversación entre Spidey y J. Jonah Jameson que repasa toda su trayectoria común y acaba siendo un definitivo punto de giro para su relación en el futuro.

Pero este 300 simplemente recoge todo lo que el escritor ha ido sembrando y continúa con la historia como si la efeméride no fuera con él. Tampoco ayuda que Kubert parezca no llegar a las fechas de entrega, teniendo que recurrir a sustitutos (eso sí) solventes para completar semejante número redondo que igual hubiera merecido un punto extra de celebración. De todas formas, es comprensible teniendo en cuenta que Zdarsky se ha encontrado con esto nada más llegar, y puede que le haya pillado con el pie cambiado. Sigue siendo, a pesar de todo, una muestra más de que la colección va por buen camino, con una dirección clara y la intención de, al menos, hacérnoslo pasar bien. Que no es poco. Y, si encima contamos con Marcos Martín haciendo su magia en la portada, mejor todavía.

Artículo de Conrado “Entiman” Martín

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